Cuando la Verdad se vincula al hecho, tanto del tiempo
como del espacio, condicionan su significados y correlacionan sus
valores.
Libro de Urantia. Pág.1297
La cita de hoy, nos recuerda que la Verdad no puede ser
estática, porque el tiempo y el espacio condiciona todas las cosas, por eso, "en
el estado mortal, nada puede ser probado en forma absoluta, pues tanto la
ciencia como la religión se basan en suposiciones, ya que existe mucho más allá,
de lo que la mente finita puede comprobar.1139" porque "el Padre es infinito en
sus planes y eterno en sus propósitos, por tanto es intrínsicamente imposible
para cualquier ser fnito, llegar a aprender o comprender en su plenitud los
planes y propósitos divinos.35"
La verdad eterna, es una sola e inamovible, pero "tales
realidades de la verdad, unidas con el hecho se tornan conceptos y por lo tanto
se los relega al dominio de las realidades cósmicas relativas.1297" y es una
suerte para nosotros los humanos que así sea, porque eso quiere decir que
siempre podemos estar ampliando y aún más, cambiando nuestras verdades
relativas, porque "mientras más verdad conozcas, más verdad serás y más
entenderás el pasado y más comprenderás el futuro.1297 porque la comprensión
necesariamente tiene que nacer de la experiencia personal, porque "aquello que
al parecer puede parecer ser completamente cierto en un lugar, puede a la vez
ser tan sólo relativamente cierto en otro segmento de la creación.
42"
El acostumbrarnos a ver nuestras verdades como
relativas, nos ayuda a no ser intolerantes con las verdades de los demás y a
nosotros, a no ser místicos pasivos e insulsos, porque "un ser humano puede
hallar la verdad en su experiencia interior, pero necesita un claro conocimiento
de los hechos, para aplicar su descubrimiento personal de la verdad, a las
realidades de la vida diaria.1222 y desgraciadamente la gran mayoría de nuestras
verdades y creencias se quedan en el plano intelectual y emocional, pero muy
pocas veces, son capaces de dirigir nuestra vida cotidiana, produciéndose
entonces la fatal dicotomía entre lo que decimos creer y lo que
hacemos.