La verdad no se puede definir con palabras, ella siempre dependerá
de la capacidad del hombre para recibirla.
Libro de Urantia . Pág.1007
Porque “no
es posible exceder las capacidades inherentes. Una botella de medio litro, jamás
podrá contener un litro. Del mismo modo, el concepto espiritual no puede ser
forzado en forma mécánica, dentro del molde de la memoria
material”556
Lo que los
seres humanos llamamos verdades, no son más que vislumbres de la misma, son
semiverdades, porque la Verdad depende de la compresión que cada individuo es
capaz de darle, porque “cuando las criaturas finitas intentan concebir la
unificación infinita de los niveles de la finalidad consumada, se enfrentan con
las limitaciones intelectuales propias de sus existencias finitas.
“El
tiempo, el espacio y la experiencia constituyen barreras para los conceptos de
la criatura. Tarde o temprano ella se da cuenta, que todo crecimiento
espiritual, es proporcional a la identificación con el Padre. Llega a la
comprensión de que vivir divinamente es el pasaporte eterno, y que vivir
divinamente significa realmente hacer la voluntad de Dios.” 1175
Mientras
la Verdad sea para nosotros, un conjunto de ritos y enseñanzas conocidas, pero
no comprendidas, serán sólo seudo verdades y carecerán del poder para hacernos
cambiar nuestras pautas erradas de conducta y el estado sonámbulico de nuestra
conciencia seguirá siendo un terreno valdío, incapaz de producir los frutos del
espíritu porque “cuando el hombre no consigue discriminar los objetivos de sus
luchas mortales, se encuentra funcionando en el nivel animal de su existencia.
Nombrar las virtudes no es definirlas, pero vivirlas es conocerlas, y cuando se
ha logrado no vislumbrar, sino apropiarse de una parte de la Verdad, ella es
propia y por lo mismo, nadie se la podrá arrebatar.
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