El ser humano la
teme, en vez de verla como un final feliz, a los días pasados en nuestra
envoltura mortal y perecedera. La muerte
es para el ser humano, lo que la crisálida es para la mariposa, una metamorfosis
que le permite extender sus alas y remontar su vuelo por sobre un jardín rodeado
de flores. “La metamorfosis de la muerte
constituye el único procedimiento posible a través del cual, el ser humano,
puede escapar a las cadenas del tiempo y a las ataduras de la creación material,
pudiendo así marchar al ritmo espiritual
de la procesión progresiva de la eternidad”365.
“Cuando el hombre
muere, el espíritu comienza a alzar su largo vuelo en el gran viaje de regreso
al hogar”1452, pero debemos tener muy en cuenta que “el destino de la eternidad
está determinado de momento en momento por los logros del vivir día a día. Las acciones de hoy son el destino del
mañana”557.
Sólo si tenemos una
buena relación con la muerte, estamos preparados para vivir la vida
intensamente, porque tenemos la certeza que la muerte, es sólo un paso hacia el
más allá y que nuestras obras de hoy tienen trascendencia en el
mañana.
Consideremos
nuestra muerte, como una amiga lejana o cercana.. pero siempre presente, porque
ella es la única certeza que no discrimina a nadie, pues “este mundo es tan sólo
un puente, pasamos por él, pero no debemos pensar en construir sobre él nuestra
morada definitva.”1735
yolanda silva
solano yosis282@gmail.com