Una vez
más nos sorprende la simpleza de Jesús al lavar los pies a sus discípulos, El
sabía que uno de ellos lo negaría tres veces, que otro dudaría de su
resurrección y que otro lo traicionaría...
Por lo
mismo en sus últimos momentos, no habló sino que en silencio, nos enseñó las
dos de las bases más
fundamentales para entrar en el Reino, no bastan las palabras, se necesita la
acción física porque “los valores humanos pueden ser transformados en
experiencia, de lo material a lo espiritual, de lo humano a lo divino, del
tiempo a la eternIdad.”1118 porque “el hombre crece conscientemente desde lo
material a lo espiritual, por la fuerza y poder de sus
deciones.”1282
Lo
segundo, es la humildad de perdonar a nuestros hermanos, en la misma forma
misericordiosa y comprensiva que Dios perdona nuestras debilidades,
transgresiones y pecados de omisión, porque "no hacer el mal no es suficiente,
tenemos que aprender a hacer el bien.”1736"
El Padre
celestial "derrama abundante misericordia sobre los que son generosamente
misericordiosos para con sus semejantes. ¿Cómo puedes implorar a Dios que te
tenga consideración por tus imperfecciones, si castigas a tus hermanos culpables
de las mismas debilidades humanas? Yo os digo a todos vosotros: habéis recibido
generosamente las cosas buenas del reino; dad pues generosamente a vuestros
semejantes en la tierra.”1764
"La cruz
por siempre, muestra que Jesús es en verdad un salvador en el sentido de que su
vida y su muerte atraen a los hombres a la bondad y a la sobrevivencia. Su
muerte en la cruz, ejemplifica un amor que es lo suficientemente fuerte y divino
como para perdonar. Jesús reveló a este mundo una calidad más alta de rectitud
que la justicia. Trajo a Urantia un nuevo método de vivir. Nos enseñó a no
resistir al mal sino a encontrar a través de él, la bondad que destruye al mal.
El perdón de Jesús no es condonar; es la salvación de la condenación. La
salvación no le resta importancia a la falta; la enmienda. El amor del
Maestro implica rehabilitación, sobrevivencia eterna.” 2018
Que la
bondad y la misericordia de Jesús, nos ayude a no guardar jamás ese
resentimiento que es inútil para quien nos ha ofendido y tan perjudicial para
quien lo siente, porque pone una barrera al amor que Dios desea
entregarnos.