Quien me conoce, conoce también a mi Padre.
Libro de Urantia. Pág. 1795
Jesús al autootorgarse y luego con su muerte, nos
demostró que en realidad fue uno de nosotros. Su misión fue darnos a conocer
al Padre por eso dijo: "Quien me conoce, conoce también a mi Padre" 1795 El
vino a enseñarnos que Dios no es esa Personalidad, que por ser tan magnífica e
incomprensible para nuestra mente humana hace que lo sentimos demasiado lejano.
Vino para demostrarnos que no es el Juez justiciero que está siempre dispuesto a
castigar y que pide sacrificios al ser humano. Mucho menos es ese Dios selectivo
que castiga a un pueblo y bendice a otro.
Jesús vino para enseñarnos que Dios es nuestro Padre y
que nos ama a todos de una manera muy especial y en forma particular, pero a la
vez no hace distingo ni de raza, ni de religión, porque todos los hombres son
iguales para el amor que nos profesa. De tal manera amó Dios al mundo, que ha
dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda y
tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al
mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.”
"Mediante la apropiación de la fe de Jesús, el hombre
puede empezar a saborear en el tiempo, las realidades de la eternidad. Jesús
hizo el descubrimiento, en la experiencia humana del Padre Universal, y sus
hermanos de la vida mortal, pueden seguirle en esta misma experiencia.
Aun más,
pueden obtener, la misma satisfacción en esta experiencia con el Padre, como lo
logró Jesús. Nuevos potenciales se actualizaron en el universo de Nebadon como
consecuencia del autootorgamiento terminal de Micael, y uno de éstos fue la
nueva iluminación del camino de la eternidad, que conduce al Padre de todos y
puede ser emprendido por los mortales de carne y hueso, en su vida inicial en
los planetas del espacio.” 1113
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