La terrible búsqueda de la verdad
Santiago Negro
Spotlight
Spotlight. Thomas McCarthy. Estados Unidos, 2015.
Es una película que se enfrenta a un tema complejo, con una autoridad a prueba de demagogia gracias a la honestidad de su propuesta. A pesar de lo escurridizo de su trama, Thomas McCarthy, su director, ejecuta un ejercicio magnífico de contención, de verdad, de respeto absoluto por la historia que nos cuenta, lo que se traduce en una de las mejores películas del 2015. Donde otros hubiesen elegido el camino del escándalo o del morbo, Spotlight se encamina con paso firme hacia la celebración del valor y la profesionalidad de sus personajes. El periodismo como campo de batalla, ese periodismo de raza, capaz de cambiar sociedades a base de implicación y valentía, es el auténtico sustento de esta película, elogio para una profesión que no vive sus mejores momentos. La falta de credibilidad de los medios, domesticados por intereses y necesidad de supervivencia en tiempos de cambio, ha empañado una forma de entender la información, y Spotlight se transforma en recuerdo casi nostálgico de esa capacidad de la noticia de revolver conciencias. Nos recuerda que un buen periodismo, libre y comprometido, es fundamental en una sociedad que se llama a sí misma civilizada, puesto que es desde el trabajo del reportero donde se señalan las carencias de un sistema muy lejos de ser perfecto. McCarthy, con la fuerza de los hechos, da fuerza a esta tesis en una película que cabalga sobre la nostalgia de mejores tiempos, de hombres y mujeres valientes que tenían como único objetivo la historia, la verdad, no el juicio ni la manipulación que son las protagonistas a día de hoy de la mayoría de nuestros medios de comunicación (aplaudamos las honrosas excepciones)
Spotlight relata los hechos ocurridos en la redacción del Boston Globe durante el año 2002, en los que se destaparon décadas de abusos sexuales por parte de sacerdotes católicos en Massachussets, con el silencio cómplice de toda una comunidad. La investigación de estos terribles sucesos es el pilar de la trama de la película, otorgando el punto de vista de unos periodistas incansables. A través de la búsqueda incesante en entrevistas, archivos, laberintos burocráticos y el silencio de los implicados, una pista escasa se convierte, en cada paso, en una madeja inabarcable con decenas de víctimas. El hecho de que las autoridades eclesiásticas intentasen ocultar el horror, no hace sino complicar la investigación, con todas las implicaciones morales y sociales que un escándalo así podría generar.
Spotlight sigue la pista de estos personajes en su investigación, mientras patean las calles a la búsqueda de aquellas víctimas que han permanecido en silencio o se enfrentan de lleno a un estamento que usará sus mejores armas para conservar el secreto de su vergüenza. Sin beligerancia ni indignación de baratillo, Spotlight denuncia los hechos, claro, pero lo hace de manera elegante. Siempre del lado de las víctimas, la película de McCarthy no pretende realizar juicios de valor más allá de las pruebas, de los documentos y las declaraciones, tal y como hicieron los protagonistas de la historia real. En ese aspecto, como decía al principio de esta crítica, Spotlight rebosa honestidad por los cuatro costados. Y eso se premia, claro, porque en estas situaciones el espectador no se siente manipulado ni aleccionado, sino que se le invita a conocer sin ningún tipo de duda el trabajo del periodista que encuentra la basura bajo la alfombra. Una labor ingrata, e incluso peligrosa, pero básica para una sociedad democrática. Spotlight habla de la pederastia, sí, pero gracias al compromiso de sus creadores no es una película sobre pederastas.
Imagen de SpotlightMcCarthy consigue credibilidad, gracias al magnífico trabajo en la creación de ambientes. Nos introduce de lleno en el espíritu de la redacción de un periódico, nos hace partícipes del día a día en las reuniones con el editor, las discusiones, las decisiones difíciles. Los personajes respiran periodismo, e incluso se definen por esta profesión. Apenas conocemos el trasfondo de los protagonistas, pero son los pequeños detalles, la forma en la que nos introduce en el sutil retazo de sus vidas. Deducimos cómo son estos aguerridos buscadores de la verdad de una manera sencilla y eficaz, que además sirve para conectar de manera cómplice con el espectador. El grupo de actores que conforman el reparto de Spotlight está a un nivel tan sensacional que, gracias a su magnífico trabajo, se termina el esbozo y los personajes se completan con la entidad digna de seres humanos reales, cercanos y reconocibles. La alquimia perfecta entre un guion inteligente y sin fisuras con un elenco de los que entusiasman es suficiente para que el espectador sea atrapado por una película llena de grandes ideas, pero es posible que la propuesta visual de McCarthy se convierta en el talón de Aquiles de Spotlight, .
Actores de SpotlightMcCarthy se agarra con fuerza a una visión clásica, casi arcaica, de entender el cine. Apuesta por la calma, por la sobriedad, por la ausencia de excentricidades y de trucos de salón. Entiende su película, lo que quiere contar y cómo contarlo. No cabe duda de que, a estas alturas, su manera de entender el cine puede desconcertar a un público más acostumbrado a excesos y montajes esquizofrénicos, así que Spotlight gana puntos de valentía, precisamente, por el meditado envoltorio con el que se presenta al espectador. En ese sentido, Spotlight trata al espectador con un respeto máximo, despojando su metraje de cualquier elemento de distracción. No los necesita. La película tiene pocas vergüenzas que esconder.
Spotlight es una lección de cine, de compromiso, de intenciones y claridad. Es de esas películas con las que recuperas la fe en Hollywood, así que disfrutemos.
http://www.elespectadorimaginario.com/spotlight/#comment-280734
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