Cuando
tomamos conciencia que ni el Paraíso, ni mucho menos Dios, no está arriba sino
en nuestro propio corazón, empezamos acomprender que nuestra evolución
espiritual y también la materal, depende casi exclusivamente del poder de
nuestra mente y de la fuerza y de la constancia que tengamos para tomar nuestras
propias decisiones. Digo casi, porque el hombre no puede evitar su condición
humana, porque” todas las criaturas volitivas de los universos, son de
naturaleza evolutiva, comenzando en un estado inferior y elevándose siempre
hacia lo superior, aunque en realidad es hacia
adentro”361
“Urantia es tu punto de partida; aquí tú y tu
Ajustador del Pensamiento divino os combináis en una unión temporal. Has
recibido el don de una guía perfecta; por lo tanto, si corres la carrera del
tiempo con sinceridad y ganas la meta final de la fe, la recompensa de las
edades será tuya; estarás eternamente unido con tu Ajustador residente. Allí
empezarás tu vida real, la vida de ascensión, de la cual tu estado mortal
presente es tan sólo el vestíbulo. Luego comenzaréis vuestra misión exaltada y
progresiva como finalistas en la eternidad que se extiende ante
vosotros.”1225
Como vemos, nuestros anhelos no deben estar lejos, porque nuestra evolución
es Aquí y Ahora porque la espiritualidad no es algo etérico, sino algo muy
concreto, por eso no podemos “aislar parte de la vida y llamarla religión,
porque es desintegrar la vida y distorcionar la religión.”1124 El mundo está
harto de la dicotomía entre lo que se dice y lo que se hace-
“La semilla de la verdad teórica
está muerta, los más altos conceptos morales no tienen vigencia, hasta que, el
Espíritu divino infunda inspiración sobre las formas de la verdad y estimule las
fórmulas de la rectitud. Aquellos
que han recibido y reconocido la presencia de Dios han nacido del Espíritu.
«Sois el templo de Dios, y el espíritu de Dios mora en vosotros. Pero es
suficiente que se haya derramado este espíritu sobre vosotros; el Espíritu
divino debe dominar y controlar cada fase de la experiencia
humana.”381