La vida se vive a un ritmo
terriblemente acelerado, parece no ser importante el detenerse en nada ni en
nadie. El control remoto se activa para ver no uno, sino varios programas a la
vez y la música se pone cada vez más fuerte, sin importar lo que piense el
vecino y como para acallar las cosas que en silencio reclama nuestra alma,
porque lo queramos o no, “la sublime búsqueda de Dios, es la aventura suprema de
los habitantes de todos los mundos del tiempo y el espacio.”
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La búsqueda del placer ilimitado,
desemboca en la permisividad, todo le está permitido, “todo vale” mientras el
ego se sienta bien. Los supermercados
más que productos venden símbolos, que funcionan a niveles subconscientes y
totalmente irracionales, en los cuales la marca de una zapatillas, sube la
autoestima y la publicidad de una crema, rejuvenece a la
mujer.
Es por lo mismo, que
durante esta semana, he querido dar este vistazo somero, a lo que está
ocurriendo en nuestro mundo. Si lo hacemos, no es para sumarnos a las
acostumbradas quejas inútiles que escuchamos a diario, sino para tomar cartas en
el asunto y darnos cuenta que no basta no hacer el mal, pues los tibios, los que
callan, con su silencio se hacen cómplices del mal.
Nuestra misión es
transmutarlo en bien y eso es totalmente posible pues “esta condena de oscuridad
y todo este destino desesperado, se disuelve para siempre con una valiente
pincelada de fe, pintada por el más humilde e ignorante de los hijos de Dios en
la tierra. Esta fe salvadora nace en el corazón humano, cuando la conciencia
moral del hombre, comprende que los valores humanos, pueden ser transformados en
experiencia mortal, de lo material a lo espiritual, de lo humano a lo divino,
del tiempo a la eternidad.” 1118
yolanda silva solano yosis282@gmail.com