Se supone que todos
los hombres tenemos conciencia, sin embargo no es tan así, cuando comenzamos a
distinguir las muchas clases de conciencia que existen y coexisten en la mente
humana.
La conciencia, es
definida en general como el conocimiento que el ser humano tiene de sí mismo y
de su entorno. En términos religiosos, es la facultad de decidir según la
percepción del bien y del mal. Como fenómeno psíquico, la conciencia es objeto
de estudio de la psicología y la psiquiatría. Como concepto moral, se manifiesta
en la ética, y es también un campo de la filosofía.
El Libro de Urantia
nos dice que “la conciencia, no es una voz divina que habla al alma humana, sino
que ella es, la suma del contenido moral y ético de las costumbres de una
determinada etapa de la existencia, simplemente representa el ideal de reacción,
concebido por la humanidad ante un determinado conjunto de
circunstancias.”1005
“Lo que place o disgusta a la humanidad no
determina el bien o el mal; los valores morales no surgen de la satisfacción de
los deseos ni de la frustración emocional. En la contemplación de los valores debes
distinguir entre lo que es valor y lo que tiene valor. Debes
reconocer la relación entre las actividades placenteras y su integración
significativa y realización enaltecida en niveles progresivamente cada vez más
altos de la experiencia humana.”1097
“La conciencia
esclarecida del hombre civilizado, no se preocupa tanto por la creencia
intelectual específica, o por un modo particular de vida, sino del como por
descubrir la verdad del vivir, la técnica buena y justa de reaccionar a las
situaciones recurrentes de la existencia mortal. La conciencia moral, es tan
sólo un nombre aplicado al reconocimiento y conocimiento humano, de aquellos
valores éticos que el deber demanda, que el hombre obedezca en el control y guía
de su conducta diaria.” 1115
La conciencia del
bien y del mal, sobre todo en las costumbres y en la moral, es absolutamente
cambiante porque es subjetiva, depende del entorno, por eso “la conciencia sin
la enseñanza de la experiencia y sin la asistencia de la razón, no ha sido nunca
una guía segura e infalible para la conducta humana.” 1005
yolanda silva solano yosis282@gmail.com