La salvación se
obtiene mediante la regeneración del espíritu y no por las acciones santurronas
de la carne.
Libro de Urantia.
Pág.1610
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Los santuarios materiales nos provocan respeto y
devoción, sin embargo con nuestro propio cuerpo no tenemos casi ninguna
consideración, porque no lo asociamos con Dios.
Si tomáramos conciencia que su Espíritu vive dentro de nosotros,
dejaríamos de ser esclavos encadenados de la carne y nos convertiríamos en
hijos del espíritu, libres y liberados de las pasiones malsanas.
“La salvación se obtiene mediante la regeneración
del espíritu y no por las acciones santurronas de la carne. Estáis justificados por la fe y acompañados
por la gracia, no por el temor y la
abnegación de la carne, pues los hijos del Padre que han nacido del espíritu,
son siempre y para siempre dueños de su ser” 1610.
Ya es hora , que dejemos de mezclar el pecado con
el deseo sexual normal del ser humano.
Las religiones han estigmatizado el sexo como algo sucio y pecaminoso
restándole así toda su elevada función creadora, no sólo en el plano donde
somos cocreadores con Dios, sino también en el plano espiritual. El acto sexual siempre es creador a nivel
vibracional. Cuando la sexualidad se une
al amor y no solamente al placer momentáneo, toma entonces otra dimensión y
desaparece todo vestigio de temor o de pecado porque “ la nueva ley del
espíritu os dota de la libertad del autodominio, reemplazando la vieja ley del
temor” 1609.
El autodominio requiere del conocimiento de
nosotros mismos y para lograrlo, necesitamos de tiempo y silencio para penetrar
en nuestro mundo interno, para descubrir en él todas nuestras carencias, pero
también todas nuestras posibilidades, las cuales iluminadas por el don de la
fe, podremos ofrecer y compartir con nuestros hermanos.
El autodominio implica un esfuerzo personal, pero
como la motivación es acercarnos a Dios, este esfuerzo es alegre y libre. Me esfuerzo porque yo quiero alcanzar mi
autodominio y no por deber o por temor al castigo o a la muerte. Me siento
libre y no esclavo y mi búsqueda de Dios es alegre porque tengo la certeza de
que Dios ya me encontró.
Sólo cuando hayamos alcanzado este estado de
conciencia superior, estaremos cumpliendo con la voluntad del Padre y nuestra
fe será una realidad que se manifestará en nuestra vida cotidiana, dándonos la
felicidad, la paz y la alegría que Jesús por amor nos trajo a Urantia.
Yolanda silva solano