En
estos tiempos Jesús necesita que demos testimonio de él con nuestra propia
vida, con nuestro ejemplo, porque la religión, es un humanismo exaltado, hasta
que se hace divina mediante el descubrimiento de la realidad de la presencia de
Dos en la experiencia personal.
Aun
cuando nos parezca mentira, Dios y los hombres nos necesitamos mutuamente para
el alcance pleno y final de la experiencia de la personalidad eterna y en el
destino divino de la finalidad universal. Por tanto no podemos quedarnos
quietos, porque no es suficiente no hacer el mal, debemos ponernos a las
órdenes de nuestro Padre, porque no hay aventura más apasionante en el curso de
la existencia, que la de actuar como socio de la vida material, que se une con
la energía espiritual y la verdad divina en las luchas victoriosas contra el
error y el mal
Es
una experiencia maravillosa y transformadora tornarse en el canal viviente de
la luz espiritual, que ha de iluminar al hermano que permanece en la oscuridad
espiritual. Esta pandemia no sólo está limpiando el aire y los océanos, sino
que también está transmutando la violencia, la ira, el descontento que daña la
noosfera que es la Mente de la tierra.
Nuestros
pensamientos, sentimientos y emociones positivas, son el cultivo necesario para
que puedan brotar las manifestaciones del desarrollo humano y destino
divino En verdad somos un Todo
indivisible y como con Dios todo es posible, nosotros como sus hijos, podemos transmutar
esta pandemia por un mundo mejor porque el amor es la esencia de una
civilización superior y la fraternidad el camino de la Paz.