Cuando la
voluntad del Padre se hace
verdaderamente vuestra, estás en el
Reino.
Libro de
Urantia. Pág.1589
Jesús sabía que
se aproximaba el fin de su vida y como había vivido como hombre, quería también
morir como tal. El deseaba hacer la voluntad del Padre como siempre lo había
hecho, pero como humano, sentía su corazón angustiado y por eso llevó consigo a
Pedro, Santiago y Juan.
Como cualquiera
de nosotros, Jesús necesitaba de la compañía de sus amigos en su hora de dolor
y de aceptación a la voluntad del Padre, Él quería que lo ayudarán a orar
pero... sus apóstoles más íntimos no fueron capaces de acompañarlo y se
quedaron dormidos, lo cual hirió profundamente el corazón del Maestro quién les
dijo: ¡Qué pasa! ¿acaso
no podéis velar ni siquiera una hora conmigo? ¿Acaso no
veis que mi alma está extremadamente acongojada ante la muerte y que necesito
vuestra compañía?
Jesús se sentía
abandonado e incomprendido no sólo por la muchedumbre que antes lo había
aclamado, sino también por sus amigos y
le costaba beber el cáliz amargo de la soledad y la incomprensión, por
eso oró a su Padre diciendo: Padre, yo sé que es posible evitar esta copa porque
todas las cosas son posibles para ti, pero he venido a hacer tu voluntad,
aunque esta copa sea amarga la beberé si es tu voluntad.
¡Cuán
solo y triste tiene que haberse sentido Jesús para hablar de esta manera, Él
bebió el cáliz del desamor y la traición para enseñarnos que aun en los peores
momentos debemos acudir a nuestro Padre y confiar en su Amor.