Algunos historiadores afirman que en ocasiones las calaveritas se
elaboraban con sangre humana, pero tras la conquista y evangelización
española la práctica desapareció
Las tradicionales calaveras de azúcar en las celebraciones a los
muertos se remontan a la época prehispánica. Sin embargo, hay aspectos
poco conocidos de estos dulces, informa El Universal.
Los pueblos indígenas fabricaban, por ejemplo craneos de barro o
labrados en piedra, así como con semillas de amaranto y miel de maguey.
Historiadores afirman que en ocasiones estas figuras se elaboraban
con sangre humana, pero tras la conquista y evangelización española esta
práctica desapareció.
a historiadora Teresa Castelló Yturbide narra en el libro ‘Sabores de
Antaño’ que las monjas del convento de San Felipe de Jesús elaboraban
las calaveras con azúcar: vaciaban el dulce en moldes hechos de barro y
después las decoraban con betún de clara de huevo, azúcar y colores
vegetales.
Posteriormente, en el siglo XVII, los conventos empiezan la elaboración de las calaveritas en pasta de alfeñique y de azúcar.
El alfeñique es una mezcla de azúcar, clara de huevo, gotas de jugo
de limón y una planta llamada chaucle o chautle (blatia campanulata).
Algunos artesanos utilizan goma de tragacanto, en vez de este mucílago,
semilla de nabo, semilla de amor (mora silvestre) y colores vegetales.
Se dice que el alfeñique es de origen árabe, llegó al continente
americano con la conquista de los españoles. El sincretismo entre
culturas dio origen a las calaveritas como las conocemos hoy.
Cada año se realiza en Toluca, Estado de México, la “Feria del Alfeñique”, que permanece hasta el 2 de noviembre.
Actualmente en México pueden encontrarse calaveritas de azúcar, chocolate o amaranto.