Cultivo la armonía en mí y en mis relaciones con los demás.
Cuando escucho un coro, la armonía de las voces que se unen en una canción me inspira. Cuando estoy en una habitación atractiva, noto cómo los colores y las texturas se complementan para crear un buen ambiente. Asimismo, la naturaleza me ofrece un paisaje vibrante y armonioso de pastos, árboles y flores.
Al reflexionar en estos ejemplos, me doy cuenta de que yo también soy parte integral de la armonía del mundo. Al cultivar la comprensión, aporto energía positiva, pacífica y edificante a mis relaciones personales.
Cada vez que demuestro receptividad, honestidad y perdón; cada vez que oro y medito, cultivo la armonía y fomento la unidad de espíritu en el mundo.
Sean compasivos, misericordiosos y amigables; ámense fraternalmente.—1 Pedro 3:8
Escrito por Laura Harvey |