Este anuncio —¿amenaza?— todavía está en pañales y es preliminar, pero si le hacemos caso al tuit de Trump, los aranceles incluyen a todos los productos mexicanos. TO-DOS. Desde el aluminio hasta el aguacate, pasando por lLuego está el proteccionismo. Si un gobierno —el de Trump, pues— intenta detener o cobrarle impuestos a los productos extranjeros, se abre otra disyuntiva. Por un lado protege a las empresas internas para que puedan producir sin la competencia del mercado internacional pero por otro, podría generar que esos productos no tengan la calidad necesaria que se obtiene gracias a la competencia y los estándares internacionales.
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Pongamos un ejemplo.
Cuando un buque arriba a un puerto aduanero, el oficial de aduanas tiene que inspeccionar el contenido de la carga y aplicar un impuesto de acuerdo a la tasa estipulada para cada tipo de producto.
Justo porque los bienes recién llegados no pueden entrar a la economía del territorio receptor hasta que no paguen el impuesto, los aranceles son unos de los impuestos más sencillos de recaudar y casi no hay costos por hacerlo: nomás es retener la mercancía hasta que paguen.
ria automotriz.
Pero, ¿qué son los aranceles y cuál es su impacto en la economía de un país?
En el uso más generalizado, un arancel es un impuesto que recae sobre los bienes o actividades que son importados; es decir, todos aquellos productos que un país compra del extranjero. También hay aranceles en las exportaciones pero eso es menos común.
Generalmente hablando, la imposición de un arancel tiene tres propósitos principales:
- Proteger los bienes nacionales, comúnmente se aplican para proteger los negocios, la agricultura y la mano de obra del país contra la competencia extranjera.
- Servir como fuente de ingresos para el Estado. Ya saben, impue$tos.
- Aplicar represalias por las políticas de comercio de otras naciones.
En otros sentidos, arancel también se refiere a la nomenclatura tarifaria de todos los productos que son susceptibles a ser importados o exportados. Esa clasificación se hace por grupos de productos: cada mercancía tiene un denominación dependiendo su tipo.
Pongamos un ejemplo.
Cuando un buque arriba a un puerto aduanero, el oficial de aduanas tiene que inspeccionar el contenido de la carga y aplicar un impuesto de acuerdo a la tasa estipulada para cada tipo de producto.
Justo porque los bienes recién llegados no pueden entrar a la economía del territorio receptor hasta que no paguen el impuesto, los aranceles son unos de los impuestos más sencillos de recaudar y casi no hay costos por hacerlo: nomás es retener la mercancía hasta que paguen.
Una trivia? El contrabando es la entrada, salida y venta de mercancías sin pagar los aranceles correspondientes.
Vamos pues con la pregunta del millón: ¿cuáles son los efectos para un país que importa sus productos?
Para el país que impone los aranceles, en este caso Estados Unidos, significa un incremento en la recaudación del Estado. Entre más demandados o indispensables sean los productos —piensen gasolina— más grande será la recaudación fiscal que reciban. Si los aranceles son a TODOS los productos mexicanos, váyanle sumando y los dólares pueden alcanzar cantidades astronómicas bastante rápido.
¿Y qué pasa? Pues hay de dos sopas.
La primera opción: si una mercancía tiene altos aranceles, se disminuye su importación. Por consiguiente, también se disminuye su consumo… ¿Una manera sencilla? Los gabachos le bajan a su avocado toast y al guacamole. La segunda: si el producto que tiene aranceles es esencial o su sustituto sigue siendo más caro, tardado o difícil de conseguir, ni peiper, los consumidores finales o los importadores tendrán que apechugar la decisión de su gobierno y cubrir estos costos.