CONSEJO PONTIFICIO DE LA CULTURA
CONSEJO PONTIFICIO PARA EL DIÁLOGO INTERRELIGIOSO
INTEVENCIÓN DEL CARDENAL PAUL POUPARD
EN LA PRESENTACIÓN DEL DOCUMENTO
JESUCRISTO, PORTADOR DE AGUA VIVA.
UNA REFLEXIÓN CRISTIANA SOBRE LA "NUEVA ERA"
De la Nueva Era ya se
ha hablado mucho y se seguirá hablando. Por mi parte, yo pedí a un
especialista, Jean Vernette, que dedicara una voz a los movimientos de la Nueva Era en la tercera edición de mi Gran Diccionario de las Religiones, el cual los describe de la siguiente manera: "Los movimientos de la Nueva Era,
como un gran río que fluye con muchos arroyos, representan una forma
típica de sensibilidad religiosa contemporánea, como una nueva
religiosidad que asume muchos caracteres de la gnosis eterna" (Piemme
2000, pp. 1497-1498). Además, a la Nueva Era se han dedicado recientemente dos números especiales de la revista trimestral de cultura religiosa Religiones y sectas en el mundo (1996, 1-2). En mi editorial presenté así este fenómeno: "El fenómeno de la Nueva Era,
juntamente con otros nuevos movimientos religiosos, es uno de los
desafíos más urgentes de la fe cristiana. Se trata de un desafío religioso y, al mismo tiempo, cultural: la Nueva Era propone teorías y doctrinas sobre Dios, sobre el hombre y sobre el mundo incompatibles con la fe cristiana. Además, la Nueva Era es síntoma de una cultura en profunda crisis y, a la vez, una respuesta equivocada a esta situación de crisis cultural: a sus inquietudes e interrogantes, a sus aspiraciones y esperanzas" (Religiones y sectas en el mundo, 6, 1996, p. 7).
Hoy, juntamente con mons. Fitzgerald, tengo el honor de presentar un
documento relativo a este fenómeno, elaborado por don Peter Fleetwood,
entonces oficial del Consejo pontificio para la cultura, y por la
doctora Teresa Osório Gonçalves del Consejo pontificio para el diálogo
interreligioso; por tanto, fruto de una auténtica y larga colaboración
interdicasterial, precisamente para ayudar a responder "con dulzura y
respeto", como recomendaba el apóstol san Pedro (cf. 1 P 3, 15), a este desafío religioso y, al mismo tiempo, cultural.
En la actualidad, la cultura occidental, seguida por muchas otras
culturas, ha pasado de un sentido casi instintivo de la presencia de
Dios a lo que a menudo se llama una visión más "científica" de la
realidad. Todo debe ser explicado según nuestras experiencias diarias.
Cualquier cosa que lleve a pensar en los milagros resulta inmediatamente
motivo de sospecha. Así, todos los gestos y los objetos simbólicos,
conocidos como sacramentales, que antes formaban parte de la praxis
religiosa diaria de todo católico, son hoy, en el panorama religioso,
mucho menos evidentes que antes.