Hermana de San Benito, se consagró a Dios desde su más tierna edad.
Mientras su hermano residió en Monte Casino, ella se hallaba en
Plombariola, fundando y gobernando un monasterio.
Tenía la costumbre de visitar a San Benito una vez al año y como no
estaba permitido que entrar al monasterio, él salía a su encuentro para
llevarla a una casa de confianza, donde los hermanos pasaban la velada
orando, cantando himnos de alabanza a Dios y discutiendo asuntos
espirituales. Sobre la última visita, San Gregorio hace una notable
descripción, en la cual, la santa presintiendo que no volvería ver más a
su hermano, le rogó que no partiera esa noche sino al día siguiente,
pero San Benito se sintió incapaz de romper las reglas de su monasterio.
Entonces, Santa Escolástica apeló a Dios con una ferviente oración
para que interviniera en su ayuda, y acto seguido, estalló una fuerte
tormenta que impidió que su hermano regresara al monasterio. Los dos
santos pasaron la noche hablando de las cosas santas y de asuntos
espirituales. Tres días después, la santa murió, y su hermano que se
encontraba absorto en la oración tuvo la visión del alma de su hermana
ascendiendo al cielo en forma de paloma.