Estaban platicando dos maquinistas, que por su trabajo se ausentaban varios días de su casa, decia uno: "Cuando llego a mi casa, le envío un telegrama a mi esposa, al pasar por el frente toco el silbato del tren y siempre me recibe cariñosa y sonriente como una esposa fiel." El otro le comenta: "Yo, por el contrario, nunca le aviso cuando llegaré, tres kilometros antes de que el tren pase frente a mi casa apago las máquinas para llegar sin hacer ruido; llego a la puerta frontal de mi casa y la golpeo gritando 'ya llegue vieja'. En seguida corro hacia la puerta trasera donde tengo un bat de beisbol. Hasta la fecha no se me ha escapado ningun hijo de la chingada