• Hace tan sólo unos meses, en septiembre de 2005, el Instituto Vanier de la Familia, en Canadá, sacó a la luz el estudio: Cohabitación y matrimonio: ¿cómo se relacionan? Su autora era la socióloga especializada en estudios sobre la familia, la profesora doña Anne Marie Ambert, y en él, le da un giro de 180º a las creencias populares acerca de la cohabitación; un giro que hasta ahora nadie se planteaba, porque las tendencias generales indican que lo más sencillo es que los novios se vayan a vivir a un piso juntos rápidamente, sin necesidad de compromisos previos ni papeles.
• Bien, pues desde el mes de septiembre hay unas estadísticas que demuestran, tras reunir cientos de documentos de investigación que examinan los efectos sociales, emocionales y financieros de la cohabitación en hombres, mujeres, niños y sociedad en general, que la cohabitación no resulta nada rentable de cara a la fidelidad y perdurabilidad de la pareja. Tampoco parece rentable (en una alta proporción) para la felicidad a largo plazo, para la estabilidad emocional de los adultos, la de los niños, e incluso encuentran cierta relación entre la violencia premarital (tras el matrimonio, violencia doméstica) y la cohabitación.
• El estudio no partió de ninguna línea de pensamiento predispuesta. El Instituto Vanier de la Familia pertenece al Estado, y no se encuentra en absoluto ligado a grupo o movimiento religioso de ningún tipo; es una institución independiente que analiza, desde el punto de vista científico, la evolución de la familia, especialmente en el ámbito de Norteamérica.
• Y es que, tanto en Estados Unidos como en Canadá, el número de parejas que cohabitan sin papeles es una cifra bastante considerable sobre el número total de parejas. En el año 2000, según este estudio, cohabitaban más de 4,1 millones de parejas heterosexuales en Estados Unidos, y 1,3 millones en Canadá.
• En cuanto al divorcio, el estudio de la profesora Ambert echa por tierra el argumento de la convivencia antes del matrimonio para conocerse mejor y probarse. Y no sólo afirma que la convivencia no reduce el riesgo de divorcio, sino que, incluso, lo incrementa.
• Estadísticamente, las parejas que cohabitan antes del matrimonio se divorcian más, al menos en Estados Unidos, Canadá y Gran Bretaña. En el año 1995, en la franja de edad comprendida entre los 20 y 30 años, el 63% de las mujeres que habían cohabitado antes del matrimonio, se divorciaron, frente al 33%, que no habían convivido previamente. La autora recoge un estudio del año 2000, que muestra cómo el simple hecho de estar casado con alguien que previamente convivió con otra persona, incrementa el riesgo de divorcio.
• Una de las ventajas que muchas personas encuentran en la convivencia es el ahorro para compartir gastos, piso..., que resulta mucho menos caro que el hecho de que ambos vivan por separado. Las parejas que se mueven por estos motivos, según el estudio de la profesora Ambert, generalmente no conviven por un largo plazo y acaban casándose, «este arreglo suele ser agradable, económicamente ventajoso, y menos complicado, aunque en general no es tan frecuente como pueda pensarse».
• Una desventaja que cita la profesora Ambert en el estudio es la infidelidad, más frecuente en las parejas que cohabitan que en las casadas, y cita estudios que certifican en cifras que tanto hombres como mujeres han sido infieles a sus parejas (en el caso del estudio de Blumstein y Schwartz, del año 1990, el 11% de las mujeres casadas, y el 9% de los hombres casados, habían sido infieles a sus cónyuges, cifra que contrastaba con el 25% de los hombres y el 22% de las mujeres que cohabitaban; datos similares aparecen en otros estudios de 1994 y 2000, y otro de 1996 demostraba que las mujeres que cohabitaban tenían 5 veces más probabilidades de ser infieles que las casadas).
• Por otro lado, en cuanto a los niños, el estudio de la profesora Ambert encuentra que son los más pequeños los que más están en peligro cuando su madre cohabita con otro hombre que no es su padre natural. En general, en Norteamérica, este tipo de parejas son jóvenes, y es frecuente en ellos el paro, y las situaciones precarias económicamente.
• Esta inestabilidad que se le ofrece al niño es un gran inconveniente en su educación, porque los compañeros de la madre, en el caso de que el niño se encuentre con ella, no suelen suplir la atención que le prestaría su padre natural.
• Las cifras de este estudio sólo pretenden dar una voz de alarma a la sociedad. Si, como se suele decir, la familia evoluciona, se adapta a los nuevos tiempos, sería interesante observar hacia dónde evoluciona, porque seguramente del interés de todos es que el hombre del futuro sea feliz y se sienta pleno y estable en el amor.
¿Qué dice el Catecismo de la Iglesia católica?
«Los novios están llamados a vivir la castidad en la continencia. En esta prueba han de ver un descubrimiento del mutuo respeto, un aprendizaje de la fidelidad y de la esperanza de recibirse el uno y el otro de Dios. Reservarán para el tiempo del matrimonio las manifestaciones de ternura específicas del amor conyugal. Deben ayudarse mutuamente a crecer en la castidad