DECÁLOGO
DE LA TERNURA
Todos
tenemos necesidad de dar y recibir amor. Si no hacemos así, la
vida se oscurece.
Para
vivir la ternura no se necesitan grandes cualidades. Basta decir con
espontaneidad el amor, sin avergonzarse.
La
verdadera ternura se conjuga en voz activa y voz pasiva. No sólo hay que
darla
sino recibirla con espontaneidad y alegría.
La
ternura debe expresarse con naturalidad y en todo momento, pero sobre
todo en
los momentos tensos y difíciles.
La
ternura no es amanerada ni trivial. Menos aún no se compagina con la
agresividad.
Vivir
la ternura no significa ser débil, manejable, sino generoso y acogedor.
La
ternura no se riñe con la energía.
La
ternura no es exclusiva de la relación madre hijo. La familia, los
hermanos y
compañeros agradecen también este sentimiento.
A
ser tierno, se aprende cada día con amor. Nunca es tarde para empezar a
practicarla.
No
confunda nunca la sexualidad con la ternura. Si bien es difícil entender
la
verdadera sexualidad sin ternura.
Dar,
expresar, acoger y recibir ternura es siempre muestra evidente de
madurez.
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