UN PEDACITO DE CIELO
¿Podrías afirmar que siempre has sido tú un hombre puro?
Primero habría que saber si acaso lo puro existe,
el agua que baña el monte cae de los cielos radiante,
mas al correr sus caminos toca el cieno y la caverna,
animales, labrantíos, el excremento y la rata,
y cristalina a ti llega para que hidrates tu entraña.
Con esto, yo no podría pensar en ser puro por mi esencia,
¡nunca podría gritar eso! ¿Qué soy mal hombre? Es muy cierto,
¿Qué me gustan las mujeres? Mi señor, ojo les hecho,
¿Qué al gusto le doy la pauta y como cuanto apetezco?
¡Como a llenarme, lo grito! Carne de puerco y garbanzos,
espaldillas y chorizo, huevos y pollos, y carnes y pescado y mariscos.
¿Ayuno a mi santa gula? ¡No podría, bien se los digo!
Bebo buen ron y cerveza, y aguardiente y hasta vino,
y para afirmar mi impureza ¡¡¡Hago el amor los domingos!!!
Soy impuro, si mi Dios, completamente impuro
¿Y qué quieren que les diga?
¡Persigamos la pureza ahí, donde esta exista!
Tal vez se encuentre escondida en un hueco o alguna arista,
pero la que yo he escuchado, perdón, es solo para dar risa,
¿Un virgo nonagenario? O unos novios que se excitan
entre escarceos y besos a la sombra de una esquina,
o alguno de los mayores ¿Tendrá una mácula viva?
Para buscar la pureza, gritan que vive en conventos
guardada de la malicia, con su flema y su secreto
estas honorables casas esconden entre sus muros
¡Cementerios filicidas! Con pulcritud y delicia.
¿O vivirá la pureza entre los representantes
de mi Dios sobre esta tierra? Los callados habitantes.
de antiquísimos resquicios.
Los vetustos monasterios donde adorando al buen Dios,
se masturban en secreto, ¿O la pureza es de aquel?
que entre sus golpes de pecho grita SANTO, SANTO, SANTO,
con los brazos hacia el cielo, y en la mísera confianza
de su hogar el pregonero, tan solo es un diablo, diablo,
al hacer del mandamiento palabra muerta en su seno.
En fin, con tantas purezas vistas inundando mis momentos,
yo pienso y me compadezco de no tener más el tiempo
para seguir siendo impuro, y así tocar hasta el suelo,
y cuando esté bien abajo poder voltear hacia arriba
para admirar la pureza, la que se lleva en el pecho,
esa que viven los santos y que predican de lleno.
Yo, solo soy un impuro que con el tiempo, tal vez…
algún día, tal vez cuando haya logrado
desmanchar mi traje yerto, y volteando siempre hacia arriba,
pueda merecer acaso, un pedacito de cielo,
un pedacito pequeño donde me duerma en silencio,
para esperar dulcemente, el venir de un tiempo nuevo.
MIL PERDONES POR NO RECORDAR LA AUTORIA, ESTA BELLA
OBRA LA LEI EN ALGUN CONCURSO QUE GANE EL PRIMER SITIO,
TIENE EXPRESIONES MÍAS, MAS ME CONFUNDE LA AUTORIA.
EDUARDO