Los miembros de cierta tribu del África occidental cuentan la leyenda de la doncella celestial.
Sucedió una vez que la gente de la tribu notó que sus vacas producían menos leche que antes. Y no se explicaban el motivo...
Un
joven se ofreció a velar toda la noche y ver que podía estar pasando.
Después de varias horas de espera en la oscuridad, oculto tras un
arbusto, vio algo extraordinario. Una joven de notable belleza bajaba
montada en un rayo de luna, trayendo un gran cubo. Ordeñó las vacas,
llenó el cubo con la leche y volvió al cielo montada en un rayo de
luna. ¡El hombre no podía creer lo que había visto!
A
la noche siguiente puso una trampa en el prado de las vacas, y cuando
vino la doncella a ordeñar las vacas, accionó la trampa y la atrapó.
"¿Quién eres?" -le preguntó-.
Ella
le explicó que era una doncella celestial, miembro de una tribu que
vivía en el cielo y no tenían con que alimentarse. De modo que le habían
encargado que bajara a la tierra de noche y recogiera comida. Le rogó
que la liberara de la red, y ella haría lo que él le pidiera... El
hombre pensó un poco y luego le respondió que la liberaría sólo si ella
accedía a casarse con él.
"Me
casaré contigo", dijo la doncella, "Pero debes dejarme ir a mi casa por
tres días a prepararme". "Después volveré y seré tu esposa".
Él estuvo de acuerdo. Tres días después, la doncella regresó, portando una caja grande.
"Seré
tu esposa y te haré muy feliz", le dijo al joven, "pero debes
prometerme que nunca mirarás lo que hay dentro de esta caja".
Durante
varias semanas, fueron muy felices juntos. Hasta que un día, mientras
su esposa estaba ausente, el hombre fue dominado por la curiosidad y
abrió la caja. No había nada en ella. Cuando la mujer regresó, vio que
su marido la miraba con una mirada extraña y le dijo:
"¿Miraste dentro de la caja, no es cierto? Pues entonces no puedo seguir viviendo contigo".
"¿Porqué?" preguntó el hombre, "¿qué hay de terrible en que mire el interior de una caja vacía?".
"No
te abandono porque hayas abierto la caja. (De todos modos, supuse que
lo harías)... Te abandono porque dijiste que estaba vacía. No lo está;
está llena de cielo. Contiene la luz y el aire y los olores de mi casa
en el cielo. Cuando volví allá por última vez, llené la caja con todo
lo que había de más precioso, para recordar siempre de dónde provengo.
¿Cómo puedo ser tu esposa si lo que para mí es más precioso, para ti no
es nada?".
¿¿¿Cómo
valoramos a nuestros seres queridos??? A veces no entendemos lo que es
importante para ellos, cuál es el tesoro interior de cada uno, qué es
lo que guardan en sus cajas...
¡Dios
quiera que aprendamos a escucharnos, a encontrar en los otros aquellas
cosas que valoran y son preciosas a sus ojos, para que nosotros podamos
descubrirlas, compartirlas y disfrutarlas junto con ellos!