LA OLA ENCANTADA
La conocí en enero, de hace apenas unos años,
la tarde era de esas en que el más frágil azar,
colocaba a mis plantas, amor y bienestar,
hoy la recuerdo tan alta, con ese acento formal,
con su piel morena clara que apenas podía ocultar
la belleza de su entraña, y el amor, en su mirar.
Ojos de mirada extraña que manando iban dulzura,
cutis, terciopelo y seda, tan apenas alterado
por ese extraviado hoyuelo, junto a tu boca de anhelo,
frutecido botón de rosa y grana que ocultara a las miradas
mil elixires de amor, que más tarde yo dichoso
sus ricas mieles catara, y con tal deleitación,
que tan sutil, me embriagara.
Y llegó, y me habló de fantasmas,
fue en una tarde invernal, hablo de barcos
que rielan el cielo, y de los besos guardados
para aquel que un día pudiera
robar de un golpe su encanto.
También me habló de su isla, y de los negros presagios
que incontables ocasiones le ofrecieran los dos brujos,
“Si alegre ha de ser tu sino, por el mar en tu camino”
Y fue acaso con la luna que partió mi bella musa,
con sus múltiples aromas y con su paso de diosa
se perdió en el horizonte dejando en el negro sitio: una rosa;
después de esa larga noche mil veces soñé con mi musa,
surgía en mis silencios, como una pálida sombra,
tenía en sus pupilas un negro satín, y en su cuerpo entero
hacían conjunción este mar, su espuma y mi ensoñación.
Cansado del sueño visite la isla recorriendo a palmos
caminos de luz, pregunté a poetas,
pescadores todos de ilusiones vanas y de inspiración,
por el paradero de mi musa humana,
mas no hubo respuesta a mi petición.
Partió al horizonte con sus ojos negros y su boca de rosa
de un rojo fugaz, con sus ilusiones como una quimera
y el costal de penas, al hombro, fatal;
regresé a mi tiempo, fui guardando meses,
y ahora que es invierno de nuevo recuerdo
los bellos momentos que junto a mi musa alegre pasé,
con la luna blanca, y las tristes olas,
se llena mi mente de un amor de ayer.
Hoy llamo a las aves que vuelan la isla, a los habitantes,
y a la luz del sol, a magos y brujos, y a todos ustedes,
a que cada uno me de su versión, yo quiero saber
si cambió de isla, o fue ola encantada que rompiendo el juego,
en cruel movimiento, al mar regresó.
eduardo