Dime cuánto pesa un copo de nieve, preguntó un gorrión a una paloma.
Nada de nada le contestó.
Entonces debo contarte algo maravilloso, dijo el gorrión.
“Estaba yo posado en la rama de un abeto, cerca de su tronco, cuando empezó a nevar. No era una fuerte nevada ni una ventisca furibunda, nada de eso. Nevaba como si fuera un sueño, sin nada de violencia y como no tenía nada mejor que hacer, me puse a contar los copos de nieve que se iban asentando sobre los tallitos de la rama en la que yo estaba. Los copos fueron exactamente 3.741.952. Y al caer el siguiente copo de nieve sobre la rama que como tú dices, no pesaba nada de nada, la rama se quebró”.
Dicho esto, el gorrión se alejó volando. Y la paloma, toda una autoridad en la materia desde la época de Noé, quedó cavilando sobre lo que el gorrión le contara y al final se dijo:
“Tal vez esté faltando la voz de una sóla persona para que en este mundo tenga lugar la paz”.
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