Las palabras de este titular no me las inventado yo, sino que fue una de las ideas fuerza repetidas por Mariano Rajoy en muchos de sus mítines durante la pasada campaña y durante la mayor parte de sus años de oposición. Es bien conocido por cualquiera con unos mínimos conocimientos de economía, que las subidas de impuestos, en las actuales circunstancias generan una reducción del consumo, y como se consume menos, se recauda menos también.
Subir los impuestos no es el camino, porque empobrecen a quienes consumen, y al final eso conduce a una reducción de puestos de trabajo en las empresas que bajan sus ventas, y así sucesivamente. Es una pescadilla que se muerde la cola peligrosamente, y que puede llegar a morderse hasta la cabeza. La riqueza de España reside en su clase media, en su red de pymes, y en el tejido productivo forjado alrededor de los autónomos. Quitemos eso a España, y nuestra economía se queda en nada. El peso que tienen las grandes empresas en nuestra economía en comparación con el que tienen las pymes y los autónomos, es insignificante. Otra cosa es que a los políticos les convenga más el andar pendientes de las grandes empresas, y especialmente de los bancos, porque es de la mano de estos de donde financian una parte importante de sus estructuras.
España necesita ser más competitiva, aumentar sus exportaciones y generar empleo de la mano de las pymes y los autónomos. Para ello necesita que los costes de producción se reduzcan, para que las empresas puedan trabajar con márgenes suficientes como para reinvertir parte de los ingresos y con ello generar empleo. España, para eso, necesita una devaluación. Como ya no tenemos el timón sobre la moneda y no podemos devaluarla como antiguamente, España tiene que llevar a cabo una devaluación interna. La dirección que lleva el gobierno es justamente la contraria, y desde luego no es el camino subir los impuestos y la energía y bajar las inversiones en investigación y desarrollo porque de esa forma somos cada vez menos competitivos, y la salida a la grave depresión (que no recesión) en que está sumida nuestra economía, está en las exportaciones y en la reactivación de las pymes y los autónomos.
¿Cómo puede hacerse esa devaluación interna para ganar competitividad y generar empleo? En principio y salvo que alguien señale otro, sólo hay dos caminos. El primero de ellos es de la bajada general de salarios que propugnan las cabezas pensantes de las asociaciones empresariales. Pero eso lejos de solucionar el problema lo agravaría, porque cuanto menos dinero tenga el ciudadano de a pie en el bolsillo, menos gastará, y con ello el consumo interno se vendría abajo, más todavía de lo que está. Y no olvidemos que para cuadrar las cuentas, se necesita reactivar el consumo interno. La otra vía, es la de la reforma del sistema de financiación de la Seguridad Social (que actualmente es un sistema piramidal similar al de Forum Filatélico o Afinsa), bajando de forma progresiva las cotizaciones a la Seguridad Social, y trasladando una parte de esa bajada al aumento de salarios y creando un impuesto directo del tipo del IVA con el que se financiaría esa bajada de las cotizaciones. De esa forma, la Seguridad Social, auténtico talón de Aquiles de nuestra economía, podría garantizar su sostenimiento, ya que dejarían de mantenerla exclusivamente los trabajadores en activo, para pasar a sostenerla la totalidad de la población, en la que se incluirían los turistas que vienen a España, así como cualquiera de quienes actualmente, por un método u otro no pagan impuestos o cotizan a la Seguridad Social. Ese sería un camino correcto, que dudamos que quiera emprender este Gobierno ni el anterior, pero que podría aportar luz a esta penumbra en la que vivimos actualmente.