La gente que todavía trabaja me pregunta a menudo que qué hago diariamente, ahora que estoy retirado...
Pues bien, por ejemplo, el otro día fui a Barcelona y entré en el
edificio de usos múltiples de la calle Paris para presentar una
documentación; sin tardar en la gestión ni cinco minutos.
Cuando salí, un Policía Local estaba poniendo una infracción por
estacionamiento prohibido. Rápidamente me acerqué a él y le dije: ¡Vaya hombre, no he tardado ni cinco minutos...!
Dios le recompensaría si hiciera un pequeño gesto para con un jubilado... Me ignoró olímpicamente y continuó rellenando la infracción.
La verdad es que me pasé un poco y le dije que no tenía vergüenza.
Me miró fríamente y empezó a llenar otra infracción alegando que, además, el vehículo no tenía la pegatina de la ITV. Entonces levanté la voz para decirle que me había percatado de que estaba tratando con un cabrón, que le habían dejado entrar en la Policia porque no servía para otra cosa...
Él acabó con la segunda infracción, la colocó debajo del
limpiaparabrisas, y empezó con una tercera. No me achiqué y estuve así durante unos 20 minutos llamándole de todo, desde “sieso gilipollas”, hasta h. de p...... Él, a cada insulto, respondía con una nueva infracción. Con cada infracción que llenaba, se le dibujaba un sonrisa que reflejaba la satisfacción de la venganza...
Después de la enésima infracción... le dije: Lo tengo que dejar, porque… ¡Ahí viene mi autobús!
Tenías que haber visto la cara de gilipollas que se le puso al municipal.
Desde mi jubilación, ensayo cada día cómo divertirme un poco.
Es importante hacer algo a mi edad, para no aburrirme.