Salvemos los mares y su fauna irrepetible. Nos duele el sobrepeso de las redes de los grandes y sofisticados barcos pesqueros. Nos duelen las miles de toneladas de atún de más que estos grandes buques llevan en sus panzas. Ahora es momento de cuestionar una actividad que amenaza el equilibrio ecológico de los mares. Es hora de desplegar una urgente pancarta que a menudo blande Greenpeace: “No fish, no future”. Es momento de abordar la sobreexplotación de los recursos pesqueros por parte de grandes buques de todo el mundo, abuso que se hace más patente en las aguas de difícil control.
El ser humano lleva todas las de ganar en su carrera de lucro a lo largo de los mares de todo el mundo mientras la protección de los mares y su fauna no se anteponga. Las poblaciones de peces no son infinitas. La localización de los bancos no es ningún problema para las nuevas tecnologías de exploración como los sónares. Se nos han dado los instrumentos para agotar la tierra y esquilmar los mares, pero aún no hemos alcanzado la conciencia para frenar el atropello y defender la vida.
Según señala la organización ecologista Fondo Mundial de la Naturaleza (WWF) las reservas de huevas del atún rojo del sur en el Océano Índico han caído el 90 por ciento. Los modernos atuneros pueden cargar más de 2.000 toneladas de pescado. La explotación es ya absolutamente insostenible.
Ello no indica que no sea legal. En este caso las leyes van a la zaga. Es preciso hablar de regulación de una actividad tan depredadora. El que los atuneros cumplan la legalidad no indica que esa legalidad no deba ser modificada.
Greenpeace ha levantado la alarma hace tiempo al señalar que el tiempo y el atún se están acabando y que no puede permitirse que barcos de gran tamaño saqueen y vacíen las reservas de este pez. Cada vez hay más voces que reclaman que estos gigantes atuneros sean retirados y desmantelados. Igualmente apuntan a la necesidad de un mayor control sobre esta actividad en aguas internacionales.
“Las reservas marinas se necesitan con urgencia para proteger el futuro de la vida marina, incluyendo el atún. La población de atún está en peligro de extinción, si no se protege la cría y zonas de desove ahora, no habrá pescado para el futuro. Al proteger el atún, los pescadores están protegiendo su propio futuro”, afirma el militante de la organización ecologista internacional Banu Dokmecibasi.
Greenpeace está realizando una campaña para una red mundial de reservas marinas de plena protección que abarque el 40 por ciento de nuestros océanos para restablecer la salud de las poblaciones de peces, proteger los océanos y la vida.
La raya entre vida digna y sobrebeneficio es todavía nítida. No vale calzar el escudo de la crisis y el paro como argumentos mayores para poder seguir con la depredación de la vida marina. No se puede seguir vaciando mares para engordar las cuentas corrientes de los empresarios de la mar.
Las Naciones Unidas, por medio de su Secretario General, también ha alertado al respecto: “La actividad humana está causando grandes estragos a los océanos y mares del mundo. Los ecosistemas marinos sufren los daños ocasionados por la explotación excesiva, la pesca ilegal y sobre todo por prácticas pesqueras destructivas”.
Los expertos han dado una fecha límite de 50 años para la mayoría de las especies que viven en los mares. El atún es de las más amenazadas. Lo mismo que hipotecamos el mañana con exceso de química sobre nuestros campos, lo hacemos con exceso de redes sobre nuestros mares.
Todo está interrelacionado. Por supuesto los seres vivos lo estamos. Formamos una gran red, ya volemos, ya caminemos, ya nademos. Formamos un “pack sagrado”, ninguna especie que desaparezca nos es ajena, son parte de nosotros mismos. En la tierra, en el aire o en el mar, todos formamos una, maravillosa y sagrada creación. ¡Salvemos nuestros océanos, nos estamos salvando también a nosotros mismos!
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