El aceite de palma no tiene buena prensa. Cada año, millones de hectáreas de bosque y selva son destruidas para poder cultivar la palma aceitera, con terribles consecuencias para el medio ambiente. Además, se trata de un aceite poco saludable debido a su alto contenido en ácidos grasos saturados.
A pesar de su mala fama, la producción de esta planta es clave en la economía de varios países tropicales, que esta semana han defendido su cultivo durante el Foro Internacional de Medio Ambiente celebrado en Bali.
En Indonesia se considera una bendición de la naturaleza que da trabajo a 3 millones de personas y contribuye a erradicar la pobreza
Indonesia es el principal productor mundial de palma aceitera y también el país con la mayor tasa de deforestación del planeta. En el ránking de naciones que más gases de efecto invernadero emiten, el país asiático ocupa el tercer lugar, por detrás de China y EEUU.
Por ello, mientras que en algunos países occidentales su cultivo se percibe como una de las causas que contribuyen al cambio climático, en Indonesia esta planta tropical se considera una "bendición de la naturaleza que da trabajo a tres millones de personas y contribuye a erradicar la pobreza", como afirmaba esta semana en Bali Gatot Irianto, uno de los responsables del Ministerio de Medio Ambiente de este país.
Gran consumo en Europa
Su mala fama contrasta con el alto consumo de aceite de palma en muchos países europeos, incluido España. Y es que, aunque usted no lo tenga en su despensa, probablemente consume muchos productos que sí lo contienen. El aceite de palma es muy utilizado para fabricar cosméticos (cremas, jabones, champú, pasta de dientes), en el sector de la alimentación (bollería industrial, chocolatinas, conservas, margarinas, etc.) y otros productos como velas, pintura, detergentes o crema de zapatos.
Se usa para fabricar biocombustibles, cosméticos y alimentos (bollería industrial, conservas, chocolate y margarinas)
Asimismo, la gran demanda de este aceite para fabricar biocombustibles está agravando los problemas de deforestación en los países tropicales, donde las plantaciones de palma aceitera y acacia (para fabricar pasta de papel) están reemplazando a los bosques, como denuncian los ecologistas: "No estamos en contra del uso de aceite de palma, pues mucha gente lo consume. Lo que hay que garantizar es que la demanda de aceite de palma y de papel no genere destrucción y en Indonesia están talando bosques vírgenes para producirlos", afirma Miguel Ángel Soto, responsable de la campaña de bosques y clima de Greenpeace.
Frenar el cambio climático
La gran profundidad de los suelos de turbera en la península de Kampar (al oeste de la isla indonesia de Sumatra) los convierte en uno de los almacenes de carbono naturales más grandes de la Tierra por lo que su permanencia es importante para frenar el cambio climático. Y es que, según datos de Greenpeace, la destrucción de bosques y turberas tropicales de Indonesia representan el 4% de la emisión de gases de efecto invernadero globales.
Por lo que respecta a los biocombustibles, Soto considera que "estamos produciendo más gases invernaderos de los que evitamos". "Destruimos bosques, drenamos turberas, emitimos metano para que Europa reduzca sus emisiones en un porcentaje muy bajo. Hay que tener en cuenta el balance del ciclo de vida completo, y éste es negativo".
¿Y cuál sería la alternativa? "Hay que procurar que el biodiesel no provenga de zonas deforestadas y esto no lo pueden demostrar ahora los productores. Si se paraliza la conversión de bosques y la destrucción de turberas y sólo se utiliza el aceite de palma que provenga de plantaciones ya existentes el balance puede ser positivo", asegura.
Sin embargo, la fuerte presión que ejercen las empresas productoras de aceite y papel sobre el Gobierno de Indonesia dificulta que éste dé los pasos necesarios para paralizar la destrucción de bosques.
Los orangutanes, en peligro de extinción
La destrucción de bosques y turberas tropicales de Indonesia supone el 4% de la emisión de gases invernaderos globales, según Greenpeace
Por otro lado, el bajo precio del aceite y del papel de Indonesia es una razón decisiva para que numerosas empresas europeas los consuman.
Mientras que en Holanda, Alemania o Austria los empresarios suelen evitar importar estos productos porque conocen su procedencia, en países como España, Italia o Francia están menos concienciados y son grandes clientes. "Estamos encontrando papel procedente de la destrucción de bosques en el sector editorial español", asegura Soto. Un paquete de folios de oficina procedente de Indonesia puede costar un tercio menos y en tiempos de crisis los criterios medioambientales pierden peso.
La destrucción de bosques está poniendo en peligro a algunas especies animales. La organización Proyecto Gran Simio denuncia que la población de orangutanes de Borneo se ha reducido a la mitad en los últimos diez años y en el caso de los orangutanes de Sumatra la situación es crítica. Ambas especies están en serio peligro de extinción debido a la destrucción de su hábitat.
Un aceite poco saludable
Malasia, Tailandia, Nigeria son otros grandes productores de palma de aceite, una especie que también se cultiva en Colombia, Ecuador, Brasil y en América Central. El aceite de palma es barato por lo que su uso se ha extendido en el sector de alimentación a pesar de que no es una grasa saludable.
José Manuel Fernández-Real, jefe de la Sección de Diabetes del Hospital Josep Trueta de Gerona, explica que casi la mitad de los ácidos grasos del aceite de coco y de palma son saturados. Su consumo de forma continuada puede aumentar el colesterol y, a largo plazo, contribuir a la aparición de enfermedades como la arterioesclerosis.
El etiquetado de los productos alimenticios no siempre detalla el tipo de grasa que contiene y, en ocasiones, bajo la expresión "aceite vegetal" se esconde el aceite de palma y otras grasas poco recomendables para salud. Cuando se trata de aceites, el de oliva es la mejor opción para el corazón.
Fuente El Mundo.es ciencias.