Juan Bautista y Jesús, uno de los más sobresalientes Esenios, destinados a cambiar el curso de la existencia humana, brindaron una enseñanza coherente y simbólica, plasmando el desarrollo interno del ser humano en la exteriorización de la enseñanza para que todos los hombres cultos, doctos o ignorantes vean con claridad las enseñanzas sublimes que eran destinadas solo para personas elegidas.
El Jesús presentado en los cuatro evangelios no menciona respecto a su comportamiento frente a la naturaleza circundante y sobre todo a los seres que le rodeaban, pero en el Evangelio de los Esenios, conocido más como el Evangelio de los Doce Santos, menciona que Jesús, por encima de todo comportamiento humano, nosotros deberíamos respetar, cuidar y amar a todos los seres vivientes que nos rodean.
Jesús antes de su nacimiento es consagrado al Señor, la antigua comunidad de los Esenios, llamados Yessenes, Essenes, Nazaritas o Nazirs, se encargaba de educar y conducir las potencialidades para el despertar interior de la Divinidad. Estos seres consagrados eran llamados Nazarenos, vestían de lino blanco, no bebían licor, eran completamente vegetarianos, por encima de todo era la vivencia interna de Dios, que se expresaba mediante un servicio a la comunidad de almas, ignorantes de la verdad Divina.
Juan Bautista representaba la conciencia del ser humano natural que descubrió la ilusión en la cual vivía, para tal fin hizo un desierto de su vida, es decir, murió en vida para consagrarse a la búsqueda espiritual, eliminando toda traza de ilusión, apego, condicionamiento, y todos los miedos que el hombre natural posee, él abrió y allanó el camino para la manifestación del Alma Espiritual, del ser interno en él.
Jesús, representa el Alma Conciente de la Divinidad, desde su nacimiento hasta la crucifixión en el Gólgota, muestra el desarrollo interno del ser humano que transforma todo su ser, impulsa a la lucha crucial con el ser eónico del Karma, el Satán en nosotros, venciéndolo mediante la entrega plena al servicio a Dios, la Crucifixión es la consumación de un trabajo arduo, pero lleno de gratitud y fuerza, es una entrega de lo que queda del ser natural y su conciencia a la fuerza cósmica, al verbo solar, la sustancia Espiritual.
Cristo es la consumación, es la fuerza espiritual que transforma y conduce todo nuestro campo de vida a un solo fin, “la unión con Dios – Padre – Madre, y la libertad espiritual del cosmos dialéctico sometido por la dualidad (el árbol del bien y del mal). Cristo es la Fuente de Luz, el Agua de la Vida.
Este proceso Juan – Jesús – Cristo, conciencia o alma natural, Alma Nueva y Alma Espiritual, debe desarrollarse hasta su culminación en el ser humano que se ha abierto a la verdad única, este desarrollo es solo para los fuertes, es el morir para alcanzar la vida eterna.