Separando el bioma de la existencia vivida de acuerdo a la ley del tiempo (la frecuencia 13:20), y la carretera, el shopping mall y la cultura del aeropuerto de la Diáspora moderna de la frecuencia de tiempo artificial, están los valores perdidos de la intimidad, la vida hogareña, el cultivo y la cultura. La familia es la cultura de la intimidad. El hogar es el medio ambiente de la intimidad.
Cuando la intimidad se practica verdaderamente en el hogar, entonces toda la Tierra se convierte en nuestro hogar. Centrados en Dios en nuestra consciencia, en intimidad con nosotros mismos, cada aspecto de nuestra experiencia participa de la audaz inocencia de la vida en la biosfera. De esta manera, la intimidad es la expresión y el impulso al amor puro.
La vida hogareña es el proceso de vivir y estar creativamente en el hogar y en cualquier parte del planeta. La vida hogareña es la paz creativa de la consciencia centrada en Dios relacionándose con cada detalle de la vida a medida que se manifiesta en el momento, ni a favor ni en contra, incluso compasiva en la ejecución de cualquier mínimo trabajo. La vida hogareña es tan extensa como creativa es la biosfera. El diálogo de la intimidad que la telepatía permite con el resto de la biosfera, fomenta el poder de la vida hogareña al existir interacción de diferentes formas de vidas.
El cultivo es el poder creativo del hogar y de la familia entendido como la capacidad para ayudar y apoyar los procesos biosféricos fundamentales de acuerdo con el conocimiento de la divina proporción de tiempo 13:20.
El propósito del homo sapiens siempre fue ser un cultivador, es por esto que a esta especie se le dio la vida en la Tierra, el planeta jardín. Después de los 13.000 años de prueba de la edad de hielo, el cultivo de una correcta relación entre el hombre y la naturaleza apareció como la responsabilidad humana fundamental para la conservación de la familia y la estabilidad de la biosfera. Al cultivo del jardín se le agregó la caza y la crianza de animales.
La cultura es el instinto principal de la luz divina dentro de nuestra sustancia evolutiva que es cultivada en el hogar como la red de vida de relaciones denominada familia. La cultura es luz, y la luz de la cultura toma tantas formas como percepciones y sentimientos hay que conectan nuestra mente y nuestro corazón. El cultivo es la forma en que la cultura se transforma en una disciplina humana.
El cultivo de sí mismo es la base de la vida espiritual. El cultivo de sí mismo es el valor humano central que debe ser alimentado en el hogar por la familia. Las expresiones de la cultura son naturales y espontáneas, en su orden de acuerdo a los infinitos patrones de la divina ley del tiempo: "La energía multiplicada por el tiempo (13:20) es igual a arte".
La economía de "el tiempo es arte" del jardín del hogar natural dominó la vida humana durante muchos milenios, y ha perdurado entre los pueblos "indígenas" hasta su virtual destrucción del día de hoy. La fuerza que puso fin a la fase esencialmente prehistórica de la economía de la cultura de jardín humano se conoce como civilización.
Mientras que la palabra "civilizando" puede ser usada para describir la cualidad de aumentar el conocimiento y el refinamiento; la palabra "civilización" en sí se refiere a la sociedad humana organizada en ciudades, por lo tanto, la civilización es la vida de ciudad. La verdadera ciudad como la conocemos hoy en día evolucionó del modelo Babilónico. A pesar de los famosos jardines colgantes, la cultura de la ciudad de Babilonia estableció el estándar de cultura artificial que se ha ido transformando a través de la historia para llegar a su forma final: la economía neo-liberal de libre mercado.
La aparición del centro urbano es conocida en todo el planeta tanto en el Viejo como en el Nuevo Mundo. Mientras necesariamente se requiere más especialización de función y trabajo, el centro urbano se ajusta a un modelo cósmico del universo. Mientras el centro urbano esté cumpliendo su rol como modelo o patrón cósmico, como Teotihuacán en el antiguo México, no importando el tamaño de la población, el tiempo sigue siendo arte. El intercambio de la intimidad, de la vida hogareña, del cultivo y de la cultura definían el rol de los mercados como mucho más que sólo un bazar para comercializar en una economía de mercado doméstico.
Lo que Babilonia introdujo en el centro urbano, transformándolo en una verdadera ciudad y en la base de la civilización como la conocemos hoy en día, fue el tiempo artificial y su sustancia artificial, el dinero. Cuando el tiempo artificial, el dinero, los impuestos y los salarios entran en juego, así también lo hacen los intermediarios del gobierno. Durante milenios, los mercados han dependido del dinero como único medio de intercambio. La vida en la ciudad dominada por el tiempo artificial, el dinero, y los sueldos se va haciendo cada vez más artificial. A medida que la civilización y la urbanización aumentan, la vida diaria del humano se va distanciando de los medios de producción y cultivo. Los conceptos condicionados secundarios como el gobierno y el nacionalismo se transforman en realidades básicas. La aparición de la cultura de la industrialización del tiempo mecanizado artificial fue el paso final en la transformación de la civilización en una fuerza totalmente opuesta a lo que existió cuando la humanidad se lanzó en el camino del cultivo, trece mil años atrás. Lo que comenzó como cultivo fue totalmente destruido por la mecanización.
Hoy en día, el descubrimiento de la ley del tiempo abre un portal de regreso al tipo de economía de la cultura de jardín de mercado doméstico.
Mientras la primera cultura de jardín de mercado doméstico floreció en muchos lugares en todo el mundo, pero sin un total conocimiento mutuo del todo, la cultura de jardín de mercado doméstico post-histórico es el resultado de una unificación necesaria y crítica en el tiempo para evitar una catástrofe total.
Como una especie unificada viviendo en forma consciente y auto reflexiva en el dominio del tiempo, la cultura de jardín de mercado doméstico experimentará una unificación espiritual sin precedentes como también la creación de una cultura galáctica planetaria única para su auto entendimiento y su lugar en el tiempo.
Separando el bioma de la existencia vivida de acuerdo a la ley del tiempo (la frecuencia 13:20), y la carretera, el shopping mall y la cultura del aeropuerto de la Diáspora moderna de la frecuencia de tiempo artificial, están los valores perdidos de la intimidad, la vida hogareña, el cultivo y la cultura.
La familia es la cultura de la intimidad. El hogar es el medio ambiente de la intimidad. Cuando la intimidad se practica verdaderamente en el hogar, entonces toda la Tierra se convierte en nuestro hogar. Centrados en Dios en nuestra consciencia, en intimidad con nosotros mismos, cada aspecto de nuestra experiencia participa de la audaz inocencia de la vida en la biosfera. De esta manera, la intimidad es la expresión y el impulso al amor puro.
La vida hogareña es el proceso de vivir y estar creativamente en el hogar y en cualquier parte del planeta. La vida hogareña es la paz creativa de la consciencia centrada en Dios relacionándose con cada detalle de la vida a medida que se manifiesta en el momento, ni a favor ni en contra, incluso compasiva en la ejecución de cualquier mínimo trabajo. La vida hogareña es tan extensa como creativa es la biosfera. El diálogo de la intimidad que la telepatía permite con el resto de la biosfera, fomenta el poder de la vida hogareña al existir interacción de diferentes formas de vidas.
El cultivo es el poder creativo del hogar y de la familia entendido como la capacidad para ayudar y apoyar los procesos biosféricos fundamentales de acuerdo con el conocimiento de la divina proporción de tiempo 13:20.
El propósito del homo sapiens siempre fue ser un cultivador, es por esto que a esta especie se le dio la vida en la Tierra, el planeta jardín. Después de los 13.000 años de prueba de la edad de hielo, el cultivo de una correcta relación entre el hombre y la naturaleza apareció como la responsabilidad humana fundamental para la conservación de la familia y la estabilidad de la biosfera. Al cultivo del jardín se le agregó la caza y la crianza de animales.
La cultura es el instinto principal de la luz divina dentro de nuestra sustancia evolutiva que es cultivada en el hogar como la red de vida de relaciones denominada familia. La cultura es luz, y la luz de la cultura toma tantas formas como percepciones y sentimientos hay que conectan nuestra mente y nuestro corazón. El cultivo es la forma en que la cultura se transforma en una disciplina humana.
El cultivo de sí mismo es la base de la vida espiritual. El cultivo de sí mismo es el valor humano central que debe ser alimentado en el hogar por la familia. Las expresiones de la cultura son naturales y espontáneas, en su orden de acuerdo a los infinitos patrones de la divina ley del tiempo: "La energía multiplicada por el tiempo (13:20) es igual a arte".
La economía de "el tiempo es arte" del jardín del hogar natural dominó la vida humana durante muchos milenios, y ha perdurado entre los pueblos "indígenas" hasta su virtual destrucción del día de hoy. La fuerza que puso fin a la fase esencialmente prehistórica de la economía de la cultura de jardín humano se conoce como civilización.
Mientras que la palabra "civilizando" puede ser usada para describir la cualidad de aumentar el conocimiento y el refinamiento; la palabra "civilización" en sí se refiere a la sociedad humana organizada en ciudades, por lo tanto, la civilización es la vida de ciudad. La verdadera ciudad como la conocemos hoy en día evolucionó del modelo Babilónico. A pesar de los famosos jardines colgantes, la cultura de la ciudad de Babilonia estableció el estándar de cultura artificial que se ha ido transformando a través de la historia para llegar a su forma final: la economía neo-liberal de libre mercado.
La aparición del centro urbano es conocida en todo el planeta tanto en el Viejo como en el Nuevo Mundo. Mientras necesariamente se requiere más especialización de función y trabajo, el centro urbano se ajusta a un modelo cósmico del universo. Mientras el centro urbano esté cumpliendo su rol como modelo o patrón cósmico, como Teotihuacán en el antiguo México, no importando el tamaño de la población, el tiempo sigue siendo arte. El intercambio de la intimidad, de la vida hogareña, del cultivo y de la cultura definían el rol de los mercados como mucho más que sólo un bazar para comercializar en una economía de mercado doméstico.
Lo que Babilonia introdujo en el centro urbano, transformándolo en una verdadera ciudad y en la base de la civilización como la conocemos hoy en día, fue el tiempo artificial y su sustancia artificial, el dinero. Cuando el tiempo artificial, el dinero, los impuestos y los salarios entran en juego, así también lo hacen los intermediarios del gobierno. Durante milenios, los mercados han dependido del dinero como único medio de intercambio. La vida en la ciudad dominada por el tiempo artificial, el dinero, y los sueldos se va haciendo cada vez más artificial. A medida que la civilización y la urbanización aumentan, la vida diaria del humano se va distanciando de los medios de producción y cultivo. Los conceptos condicionados secundarios como el gobierno y el nacionalismo se transforman en realidades básicas. La aparición de la cultura de la industrialización del tiempo mecanizado artificial fue el paso final en la transformación de la civilización en una fuerza totalmente opuesta a lo que existió cuando la humanidad se lanzó en el camino del cultivo, trece mil años atrás. Lo que comenzó como cultivo fue totalmente destruido por la mecanización.
Hoy en día, el descubrimiento de la ley del tiempo abre un portal de regreso al tipo de economía de la cultura de jardín de mercado doméstico.
Mientras la primera cultura de jardín de mercado doméstico floreció en muchos lugares en todo el mundo, pero sin un total conocimiento mutuo del todo, la cultura de jardín de mercado doméstico post-histórico es el resultado de una unificación necesaria y crítica en el tiempo para evitar una catástrofe total.
Como una especie unificada viviendo en forma consciente y auto reflexiva en el dominio del tiempo, la cultura de jardín de mercado doméstico experimentará una unificación espiritual sin precedentes como también la creación de una cultura galáctica planetaria única para su auto entendimiento y su lugar en el tiempo.