Todos tenemos pequeñas manías y nos obsesionamos alguna vez con algo. Pero ¿cómo saber si estamos ante un verdadero comportamiento obsesivo o compulsivo? A continuación te presentamos una lista de situaciones que pueden plantearte problemas en la vida cotidiana. Si sufres más de tres, tal vez deberías plantearte que tienes un problema compulsivo:
Obsesión por el orden, la simetría, lo que nos hace ordenar constantemente las cosas y agobiarnos si algo cambia de lugar o no está colocado como querríamos (una toalla, un adorno, los papeles de la mesa...) Estos rituales no procuran ningún placer especial al enfermo, pero se siente obligado a hacerlos para evitar otros males. Quien padece obsesiones suele darse cuenta de que sus comportamientos no son normales, pero no puede evitarlo.
Muchas personas padecen de vez en cuando estos síntomas (como ciertas supersticiones, el miedo a que se cruce un gato negro...), pero hablamos de obsesiones cuando estas conductas pueden robar a quien las padece una hora o más diaria de su tiempo e influyen negativamente en su vida (llegar tarde al trabajo por asearse, no poder hacer ciertas cosas, evitar viajar...).
Este tipo de conductas suelen acompañarse frecuentemente de depresión, problemas de alimentación (anorexia, bulimia) y manifestaciones de ansiedad. Para huir de la presión de este tipo de conductas la persona puede refugiarse en el alcohol, las drogas y perjudicar seriamente su vida social, personal y laboral.
Normalmente estos problemas comienzan en la adolescencia o al comienzo de la edad adulta y existe una tendencia familiar a padecerlas.
La evolución de esta conducta es variable. En algunos casos los síntomas no son muy importantes, disminuyen con el tiempo o se hacen soportables y pasan casi desapercibidos en la vida cotidiana. En otros casos se van agravando y necesitan de tratamiento.
Cuáles son los tratamientos
Generalmente se emplean dos clases de tratamiento para los problemas obsesivos: la terapia psicológica y los medicamentos. Muchas veces ambos métodos se combinan.
Las técnicas psicológicas que pueden emplearse son diversas. La terapia que incide en la modificación de los comportamientos y cognitivas suele ser eficaz. Será el especialista quien decida el mejor tratamiento en función de la personalidad de cada individuo. El objetivo es modificar el comportamiento que está afectando a la vida de la persona.
Los medicamentos ansiolíticos reducen la ansiedad. Por su parte, los antidepresivos también suelen tener un efecto positivo en este tipo de trastornos.
El entorno juega un papel muy importante en el tratamiento de este tipo de problemas. Sin embargo, muchas veces los amigos o familiares no saben bien cómo ayudar a quienes sufren el problema, por lo que deben ser asesorados por el especialista.