Ocupando un 27% de la masa e islas continentales que integran el nuevo mundo que debió tal vez llamarse Colombia, pero que en honor a Américo Vespucio -propagador que fué de lo descubierto- se le bautizó como América, localizamos a Hispanoamérica: conjunto de 19 países en los que el idioma oficial es el español, cuestión de 300 millones de seres que nos comunicamos utilizando el maravilloso idioma de Cervantes. El español, lengua que es hablada por unos 370 millones en el orbe, ocupando así el tercer lugar en importancia, en un mundo donde existen 197 idiomas.
En Iberoamerica, constituimos un gran mosaico de naciones que conservando su identidad, su particular cultura e historia, tienen en gran aprecio los lazos que por ser comúnes unen, hermanan y permiten una ágil comunicación.
Cierto que el lenguaje de la cooperación, de la comprensión, del respeto mutuo, -de la paz- es el que confiamos que finalmente prevalecerá en el elenco de los 197 idiomas. Es verdad que la multiplicidad del habla no es barrera infranqueable. Pero también es una realidad que la unidad lingüistica es una buena base para hacer descansar la expectativa de un ambiente duradero de fraternidad, cuando se habla entre sí, se entiende sin necesidad de traducir o interpretar. Y he aquí que en este globo IberoAmerica es la mayor agrupación geográfica de países que tienen un idioma y costumbres parecidas, traido por la madre patria España y esparcido por todo nuestro continente a través de siglos, mezclandose con toda nuestra hermosa multiparidad de costumbres; Es tan hermoso hoy dia gracias a las nuevas tecnicas de comunicación conversar, discutir, hacer amistades, palpar que somos en el fondo un mismo pueblo; Solo el idioma Ingles y el Español puede en su propio lenguaje conversar con ciudadanos de 22 paises; es lo que hace grande en nuestro caso a IberoAmerica, que se nutre de sus hombres y mujeres ilustres en todo los ramos de la actividad humana( Poetas, Escritores,Creadores, Cientificos etc..). A continuacion una carta dedicada a los emigrantes de nuestros pueblos hacia EEUU, el tercer pais del mundo después de México y España en hablar el idioma de Cervantes ( gracias a todos los Emigrantes y descendencia).
Para ti: Acosta, Aguilar o Avila; Barrera, Benavides o Bernal; Calderón, Contreras o Cerda: Dávila, Díaz o Domínguez; Enriquez, Escobedo o Espinoza; Farías, Figueroa o Fuentes; García, González o Guzmán; Hernández, Herrera u Hoyos; Ibarra, Iglesias o Iturralde; Jiménez, Julián o Juárez; Landa, Lemus o López; Martínez, Medina o Molina; Navarro, Nieto o Núñez; Olivares, Ortega u Ortíz; Pérez, Pacheco o Prieto; Quezada, Quintana o Quiróz; Ramírez, Reyes o Rodriguez; Salazar, Sánchez o Soto; Torres, Treviño o Trejo; Uribe, Urbina o Ulloa; Vargas, Vázquez o Villareal; Ybarra, Yerbes o Yañez; Zapata, Zamora o Zúñiga.
La gente de orígen hispano que vive, nace, trabaja y muere en los Estados Unidos de América, pertenece a esta clase recia de hombre, como también pertenece a este tipo de temple y coraje humanos, la América alemana, irlandesa, británica, italiana y tantas otras comunidades que se han constituído en el gran crisol para formar la nueva nación, la nueva cultura. Forjadores que han sido todos de ella.
* Emigración.
Complejo fenómeno social que han protagonizado desde 1820 millones y millones de inmigrantes en lo que hoy es el rico país del norte y del que ellos, sus hijos, los hijos de sus hijos y la generación presente son su savia, su esencia, su vitalidad. "El pizcador de pelo negro que habla español, el granjero rubio cuyo abuelo vino de Noruega, el agricultor italiano, el hombre de color de Harlem y el mercader que toma parte en el año nuevo chino, todos ellos son americanos", reza un folleto del Servicio de Información de los Estados Unidos.
El inmigrante, sus hijos, los hijos de sus hijos, la generación presente de estirpe migratoria merecen un reconocimiento, un homenaje que nunca se les ha otorgado ni en donde son ni en donde eran. Y no por ser del ayer debe convertirse en olvido.
De manera que con esta carta, rindo homenaje modesto pero sincero para todos, muy especialmente, para los que tienen sus orígenes en Hispanoamérica.
Reciban pues el saludo fraterno de:
Las naciones bolivarianas, de las del gran colombianismo, de los países del Plata y del Pacífico, de las naciones sanmartinianas, de los países todos de Hispanoamérica.
Para cada uno de los millones de hispano hablantes que dan a los Estados Unidos el sabor hispano. Saludo a los de New Jersey, Pensilvania y Virginia; a los de Illinois, Colorado y Arizona; A los de Oklahoma, South Carolina y New México; a los de Connecticut, Florida y Nueva York; a los de Washington, Massachusets, Michigan y Ohio. Y, naturalmente, a los de California.
Que esta salutación llegue a la América del Norte hispana de New York, Los Angeles, Chicago, San Antonio, Houston, El Paso, Miami, San José, San Francisco, San Diego, Phoenix, Corpus Chisti, Santa Ana, Denver, Tucson y una lista larga de más poblaciones.
Fraternalmente a los hispanos de origen Mexicano (un 60% de toda la comunidad), a los de República Dominicana, Puerto Rico, Cuba, Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Panamá, Perú, Paraguay, Uruguay, Argentina, Venezuela, Nicaragua. Y por supuesto, para aquéllos cuyos orígenes inmediatos están en nuestra España.
Honor a la América del Norte hispana de Maria Bueno, Roberto Clemente y Pancho González. La de Amos Alonzo, Beto Avila y Sid Monje. De Lee Treviño. Del Toro Valenzuela.
Salvas y fuegos de artificio a la América del Norte hispana de José Ferrer y Erick Estrada. De José Feliciano, Viki Carr y Gloria Estefan. De Desí Arnaz y Linda Christian. De Katty Jurado y Ricardo Montalbán. De Gilbert Roland, Ramón Novarro, Rodolfo Acosta. De Antony Quinn, de Lupe Velez. De Oscar de la Renta.
La América del Norte hispana del lechón, las tortas, los tacos, los burritos, los tamales, los panuchos y de la salsa, la picante y la musical.
La Américahispana de lideres prominentes: Cesar Chavez, Reyes López Tijerina, Rodolfo González y José Angel Gutierrez. La de docenas de funcionarios federales, estatales y representantes.
Una América del Norte hispana con 646 condados y poblaciones con nombres hispanos, por ejemplo: Moctezuma, Panamá, Salamanca, Perú, Toluca, Margarita, Dolores, López, Bogotá, Bolivar, Monterrey, Zapata, Cortéz, Manito, Zavala, Pampa, Sonora, Talco, Valparaíso, Chula, Toledo, Cuba, Guadalupe, Hidalgo, Casco, Madrid, México, La Plata, Colón, Granada, Saltillo, Lima, Cavez, Hidalgo, Cayucos, Española, Guadalupita, Manuelito y 608 más.
La América del Norte hispana de estados con nombres españoles: Arizona, California, Colorado, Florida, Montana, Nevada. Y, claro, New México, sin mencionar la cantidad de hermosas ciudades con nuestros nombres, pues son miles.
Todo eso hace hispano hoy dia a los Estados Unidos, confirmando su universalidad, signo característico de su gran personalidad. .
De la Hispanoamérica del Sol brillante y la selva lujuriosa. La de las lluvias torrenciales y la humedad. La del Paraná, del Orinoco, del nacimiento del Amazonas. Desde las tierras del tucán y el papagayo; de la llama y la vicuña; del faisán y del venado; del águila y el nopal; de la anaconda, cóndor, león marino, de la tortuga de las Galápagos. De las tierras de la flor de la ceiba, de la orquídea, la dalia y el azahar.
Desde el Aconcagua y Ojos del salado. Bonete y Chimborazo. Popocatépetl. De la catarata del Angel, de los lagos Maracaibo, Titicaca, Chapala y Nicaragua. Desde el desierto de Atacama, desde donde el continente está partido en dos, desde la latitud cero.
La Hispanoamérica del peso, bolivar y sucre, sol, nuevo peso y quetzal, colón, córdova y lempira, del balboa, el austral y el guaraní. De las regiones del petróleo, antimonio, plata, cobre, hierro, zinc. Del azúcar, té, mate, maíz, café. Algodón, plátano, frijol, del henequén, el camarón, la anchoveta. De las maderas.
Desde la Hispanoamérica del tequila, mezcal y pulque. Del ron de caña y del pisco, de la guarapita, el cocuí y la caña quemada, de los vinos. Desde las tierras del son jarocho, la jarana y el jarabe tapatio, del vals sureño, malambo, tango. Maracas y huiro. Guitarra. Arpa. Marimba.
Te saludamos desde la Hispanoamérica de las grandes ciudades: Buenos Aires, Santiago, México, Caracas, San Juan, La Habana, Asunción, Lima, San José, La Paz, Bogotá, Quito, San Salvador, Guatemala, Tegucijalpa, Managua, Panamá, Montevideo, Santo Domingo.
Te saludamos desde las provincias incas, mayas y aztecas. Desde la Gran Tenochtitlán. Del Machu Pichu, de Chichén Itzá y Tikal. De la raza de bronce. De la prole mestiza. De la suave patria.
La Hispanoamérica de Simón Bolivar. De Benito Juárez. De José Martí, Francisco Miranda y Antonio José de Sucre. De José de San Martín, Francisco Morazán y Juan Pablo Duarte. De Rafael Nuñez, Eugenio de Santa Cruz y Espejo. De Bernardo O'higgins, Manuel Belgrano, Domingo Faustino Sarmiento. De José Gervacio Artigas.
Debemos recordarte, paisano, aquí, en la cuna de Miguel Angel Asturias, Pablo Neruda, Amado Nervo, Manuel Acuña. De Alicia Alonso y Sonia Amelio, Claudio Arrau, Astor Piazzola, Gabriela Mistral y Sor Juana Inés de la Cruz. De Rosario Castellanos, de Mario Benedetti, de Alejo Carpentier. De Octavio Páz, Rómulo Gallegos, Gabriel García Márquez. De José Luis Borges, Carlos Pellicer, Julio Cortázar. De Carlos Fuentes, Mario Vargas LLosa, Andres Bello y Germán Arciniegas. Desde el hogar de Mérida y Botero. De Orozco, Caballero, Rivera, Siqueiros, Tamayo. De Cuevas.
No está nunca lejos de ti, emigrante amigo, el canto de Gardel, de Pedro Vargas, de Lara, Del Jibarito, de Atahualpa, de Chabuca. De Manzanero. Y siempre entonas a Olga Guillot, a Alberto Cortéz, a Marco Antonio Muñíz. Cómo olvidar a los Rufino, a los Silva, y por un tiempo, a los Churumbeles de España. Tu corazón siempre vibra con Pedro Infante, con Lola Beltrán.
Te debemos recordar siempre a ti, amigo emigrante, desde las tierras de la Cumparcita, Uno, Adios Pampa Mía, Mujer, Veracrúz, Farolito, Solamente una Vez, Preciosa, En mi Bello San Juán, Cuando Salí de Cuba, Los Ejes de Mi carreta, Somos Novios, Adoro, Esta tarde ví Llover, Alma LLanera, Besame Mucho, La Flor de la Canela y Hay Jalisco no te Rajes.
Acepta el saludo que va hacia ustedes desde las tierras de: Cantinflas, Tin Tán, Resortes y Clavillazo, desde los escenarios de Verdaguer, Paco Miller, Lucho Navarro, de Luis Sandrini, de Hugo del Carril, la belleza de Maritza Zalayero, Pilín León, Irene Saez, los micrófonos de Gilberto Correa y Salvador Bendayán. De Jacobo Zabludovsky, de Raúl Velazco. La Hispanoamérica de Libertad Lamarque, de Daniel Riolobos, de Tania Libertad, Manoella Torres, Celia Cruz.
Te abrazamos desde estos lares, los de Juantorena, Zavala, Cabrera, Bautista, Colón, Zorrilla, Muñóz, Capilla. Las arenas de Calesero, del Faraón de Texcoco, del Ciclón Arruza. Los cuadrilateros del Ratón Macias, de Kid Azteca, del Puas Olivares, y del Santo, y de Blue Demon y el Cavernario Galindo. De los rumbos de Mafalda y de Pancho Pistolas.
Para ti compadre, con afecto desde donde son el charro, el gaucho, el charrúa, el huaso y el llanero. Las tierras del bracero de bronce. Montura, boleadoras, sombrero, sarape, poncho, jorongo. Cadena y cruz en el cuello. Espuelas, carreta y calandria. Chasquido de cascos sobre el empedrado.
Para ti hermano desde donde las brisas y los suestes. De las noches tibias, del petate y el quinqué. De hamaca y pabellón. Los grillos, la cigarra, los mosquitos. El tímido cucú del tecolote.
Para ti comadre, desde donde veneramos a San Toribio de Mogrovejo y a Santa Rosa de Lima, al Cristo Negro de Esquipulas, a la Inmaculada Concepción, a nuestras señoras: de la Caridad del Cobre, de Altagracia, de Chiquinquirá, de Copacabana, de Coromoto, de la Antigua, de la Divina Providencia, de la Merced, de la Paz, de Guadalupe, de Luján, de Suyapa, del Carmen, del Rosario. Y la Virgen de los Treinta y Seis.
Para ti madre, nunca olvidada en ranchos, fincas, quintas, haciendas y casa grandes. La ciudad y el pueblo. Mi ciudad, mi pueblo. Tu ciudad, tu pueblo. Cura, altar, misa. Atrio, campanario, palomas. Cirios, mantilla, miercoles de ceniza. Domingo, gastada y feria, plaza, quiosco, banda, novia,
Para ti amor, desde aquel balcón, desde aquella reja, aquella serenata. Callejuela, faról y sereno. Portales, arcos y columnas. Arboledas y trinos.
Para ti hermana, hermano, desde las comarcas del tisú, del tafetán y del encaje. Olán, arandela, listón. Trenza y flor. Chongo y peineta. Enagua y rebozo. Huipil, tacón, salomónica. Escote, abanico, ojos negros.
Para ti che, de donde está el chocolate batido, la nata, el pan. Para ti vos, desde donde se hace el pan de nata, el sorbete y el merengue. Chía, pozole, aguas frescas. Mango, sandía, ciruela, guayaba, tamarindo. Zapote, mamey, guanábana.
Desde Hispanoamérica, la tierra de papá y de mamá. De los abuelos. La costura de mamá, las chancletas de papá, la mecedora del táta. Los vecinos, el viento de la lluvia. Los niños de la cuadra, el pregonero. Las canicas, sirenita de la mar, doña blanca. El olor a eso. El sabor a eso. A todo eso. El aroma del recuerdo.
Este homenaje es para ti mi cuate, manito, pochito, caballero, paisa, mi hermano, raza, mi sangre, desde Hispanoamérica, parte prominente de nuestra américa nuestra suave, dulce américa. De la patria grande que es el continente americano.
“Hispanoamérica ha entregado muchas contribuciones propias y originales a la cultura occidental, manifiestas, por ejemplo, en los valiosos aportes realizados en los ámbitos del arte y de la literatura, que junto a su apreciable producción en los demás campos culturales, han concurrido a configurar en el tiempo un modo hispanoamericano de ser en el mundo occidental (…) La hispanidad define esencialmente nuestra identidad histórica”
El siguiente texto es un fragmento del artículo titulado “La Hispanidad, una identidad histórica”, de José Ramón Molina Fuenzalida, profesor titular de la Universidad Santiago de Chile, publicado en el diario digital chileno El Mercurio, el 13 de octubre de 1998.
A través de su conquista por España, América se integró efectivamente al curso de la historia universal, dentro del contexto cultural del occidente cristiano. Porque, con la llegada de los españoles, la cultura occidental comenzó a penetrar en la región, dado el hecho determinante de que en aquel tiempo España era nación principal y guía espiritual de occidente. Por lo mismo, el hallazgo del nuevo mundo representó para España, por sobre todas las cosas, la más amplia posibilidad de expansión de la cultura occidental, que se cumplió mediante el proceso de culturización, introduciendo en el continente americano el idioma castellano, la religión católica y los conceptos básicos de su civilización. En efecto, más allá del afán de dominio sobre las nuevas tierras y de la explotación de sus enormes riquezas, a España entonces la inspiró el preclaro propósito de proyectarse históricamente a sí misma allende sus fronteras, expandiendo la presencia de su lengua, de su religión, de sus tradiciones, de sus valores y de sus instituciones en el espíritu virgen de los pueblos amerindios.
América fue conquistada con la espada, pero principalmente con la cruz. La sangre ibérica no despreció a la sangre aborigen, sino que se fundió con ella para fecundar y potenciar a los pueblos hispanoamericanos. España consideró a los indígenas como iguales ante el derecho y les ofreció el orden de principios y fines de la cristiandad. Esta vigorosa inyección de sangre y cultura, producto de la conjunción de conquista y evangelización, fue lo que hizo posible que América pasara culturalmente del pensamiento puramente mítico al pensamiento simbólico, de la anarquía linguística a la unidad idiomática en el castellano, de los signos y caracteres elementales al alfabeto y a la imprenta, de los sacrificios humanos a la fe católica.
La conquista evangelizadora adquirió diversas formas, de acuerdo con las características culturales que originariamente presentaron los distintos pueblos americanos, buscando siempre conciliar los rasgos de la identidad cultural primaria de cada pueblo aborigen con las concepciones de la civilización occidental cristiana que inspiraron la acción de los descubridores. Esta empresa, fundamentalmente colonizadora y misionera, no ignoró ni aniquiló a las culturas autóctonas, sino que, por el contrario, las respetó y cobijó, permitiendo que los pueblos sometidos mantuvieran muchas de sus tradiciones y costumbres, excluyendo naturalmente aquellas que eran irreconciliables con los valores esenciales de la cultura occidental.
Desde entonces, la presencia hispana está tan profundamente arraigada en la sangre, en el alma, en la lengua y en la historia de nuestros pueblos, que la idea misma de América es absolutamente impensable al margen de España. Desde entonces, la unidad cultural de los pueblos hispanoamericanos se funda en una trayectoria común de adscripción inclaudicable a los valores capitales de occidente. Desde entonces, hasta nuestros días, Hispanoamérica ha entregado muchas contribuciones propias y originales a la cultura occidental, manifiestas, por ejemplo, en los valiosos aportes realizados en los ámbitos del arte y de la literatura, que junto a su apreciable producción en los demás campos culturales, han concurrido a configurar en el tiempo un modo hispanoamericano de ser en el mundo occidental, porque, al interior de este último, Iberoamérica no ha sido una entidad pasiva, sino un sujeto histórico activo que ha desarrollado una capacidad creadora situada muy por encima de la disposición puramente asimiladora, tanto que, en la actualidad, occidente resulta difícil de entender en plenitud sin considerar el singular e importante concurso de nuestra América española. Desde entonces, más allá de las distancias físicas y de las diferencias de clima, de población, de progreso o de posiciones políticas circunstanciales, viene forjándose sólidamente una gran comunidad hispanohablante, la comunidad de espíritu y de destino que denominamos hispanidad, que hoy no comprende únicamente la españolidad, sino también la chilenidad, la cubanidad, la argentinidad, la peruanidad, la colombianidad, la mexicanidad y la condición cultural de la totalidad de los pueblos de Hispanoamérica.
Así concebida, la hispanidad se nos revela como una forma de nacionalidad superior, plenamente compatible con la nacionalidad natural de cada uno de nosotros. De tal forma que el nacionalismo chileno, como el paraguayo, el venezolano, el uruguayo o el de cualquier otro país hispanoamericano, en su más profundo y amplio sentido, ha de ser además nacionalismos hispánicos, esto es, nacionalismos que reafirmen con orgullo y sin reservas nuestra raza, nuestra lengua y nuestra fe, desplazando las posturas indigenistas y los criollismos estrechos que exaltan errónea y extemporáneamente las ficciones de la leyenda negra. La hispanidad define esencialmente nuestra identidad histórica.
ES CIERTO COMPADRITO JJ... DENTRO DE UN MISMO PAIS, LA GENTE HABLA CON ACENTO DISTINTO, SEGUN LAS REGIONES.
ACA EN MEXICO, POR EJEMPLO EN LA ZONA NORTE, DONDE YO VIVO, LOS DEL SUR DICEN QUE HABLAMOS COMO "GOLPEADO", ES EL TONO "NORTEÑO", FUERTE, DECIDIDO, DEFINIDO.
LOS DE LA CAPITAL, CIUDAD DE MEXICO, A LOS QUE TAMBIEN LES DECIMOS "CHILANGOS", TIENEN UN ACENTO CANTADITO INCONFUNDIBLE.
LOS DEL SUR, OTRO ACENTO CANTADITO, PERO COMO COMIENDOSE LAS "S" Y CAMBIANDOLAS POR "J"
NOMAS ESCUCHARNOS, SABEMOS DE QUE ZONA DEL PAIS VIVIMOS.
La resurrección del indigenismo, como factor cultural
actitud que está presente en la obra escrita de Arguedas y por Miguel Ángel Asturias.
* La denuncia social contra la opresión de los humildes y contra las dictaduras (García Márquez, El otoño del patriarca) desemboca, a veces en la creación de una literatura comprometida (Pablo Neruda, Canto general). En esta línea puede situarse la escuela pictórica mexicana de muralistas (Orozco, Rivera, Siqueiros), cuyo expresionismo se inspira en la problemática política y social de ese pueblo.
Esta cultura aunque cultiva sus fuentes propias, no ha vivido aislada del mundo europeo. Son muchos los escritores y artistas hispanoamericanos que han tenido residencia en España.
En sentido paralelo puede hablarse de la receptividad de Europa para con la cultura hispanoamericana, desde la prensa diaria hasta la producción editorial. En este aspecto, un dato revelador lo constituye el éxito que ha tenido la narrativa hispanoamericana en los últimos años (Carpentier, Rulfo, Onetti, Octavio Paz, Borges, Sábato, Vargas Llosa)
Aunque son muchas obras representativas de este género en América Latina , les menciono 5 de ellas: Matalaché (1928), de Enrique López Albújar; Ecué-Yamba-O (1933), de Alejo Carpentier; Juyungo (1940), de Adalberto Ortiz; Cumboto (1950), de Ramón Díaz Sánchez, Chambacú: Corral de negros (1967), de Manuel Zapata Olivella. El examen de las cinco novelas , ofrece una visión íntima y profunda del mundo en que vive el hombre de ascendencia africana en América.
Aqui en España cada region tiene su propia habla, los asturiamos hablamos muy distinto a los de madrid y los Andaluces comiendose las ese son geniales y un arte que no se puede aguantar