-En la lejanía-
Pasillos de estrellas;
alfombras de luceros;
luces de rosas,
profundos ojos negros.
Piel sonrosada,
azabache negro tú pelo;
labios de rojo carmín,
pies cristal de hielo.
Ríos de nata,
jardines de terciopelo.
Escasos años en tú vida,
hacen acrecentar mi miedo.
Veo tú juventud;
reforzada de fuerte acero;
que rechazan mis años,
sin que puedas comprenderlo.
Flor que cuida su belleza:
para que todos la envidien,
que se rindan a sus pies,
como bellos querubines.
Fuerte es la paciencia,
que anida en mi corazón;
esperando tu indulgencia,
que haga sentir mi ilusión.
Me desprenda de mis años,
y que me absorba la razón.
Vivo en mi pasado;
para unirlo a tú presente,
y equilibrar nuestro amor,
aunque sea en nuestras mentes.
No veas como utopía,
lo que para mí es una quimera;
que vivo fuera de mí,
esperando tenerte a mi vera.
Solo quiero que me mires,
y ver en ti mi salvación;
que me sienta pretendido,
por merecer tu atención.
Flor temprana de mayo,
perdición de mis sentidos,
me uno a ti en cuerpo y alma;
para no caer en tu olvido.
En tú escasa juventud;
soy como pajarillo en tus manos,
que me siento protegido,
por la candidez de tu abrazo.
Viviendo solo el momento,
y no pensando en el fracaso.
Debían poner velos a mis ojos;
niña, para no poder verte,
para que sepas que te quiero,
y te querré hasta la muerte.
Como un canto que se escucha,
en el campo y da alegría;
es tu amor casi imposible...
Y para ti; siempre en la lejanía.
Cádiz a 25 de junio de 1996.
Domingo Ouviña San Isidro.@
Reservados todos los derechos