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General: LAS LECCIONES DE SAN MARTÍN
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Resposta  Missatge 1 de 2 del tema 
De: Norma Noemi 879  (Missatge original) Enviat: 17/08/2011 17:06
LAS LECCIONES DE SAN MARTÍN
 
Abundan las anécdotas en la vida del general San Martín.  Era un modelo de orden y disciplina, de una perseverancia admirable y de una rectitud moral sin tacha. Vestía sencillamente. Madrugaba para trabajar toda la mañana en su despacho, cansando secretarios. Almorzaba, generalmente de pie y en la misma cocina. Su bebida era el café, preparado por él mismo. La tarde se le iba en inspeccionar establecimientos, cuarteles, armerías, maestranzas. De noche, un rato de conversación con los amigos, una partida de ajedrez, y a las diez se despedía, no para descansar, pues siempre quedaba cosa que hacer para un general en jefe, si no lo desvelaban las dolencias que le aquejaban con frecuencia.
En todo entendía y no ocurría nada sin que estuviera en su conocimiento; desde las cosas grandes a las, aparentemente, más insignificantes. Hay una serie de pequeños hechos que lo prueban; éste, por ejemplo:
Uno de los oficiales de su Ejército, el teniente Melián, tenía la costumbre de no hacer uso de los estribos cuando montaba a caballo. El hombre de campo argentino, que generalmente ensilla su cabalgadura con un "recao" ancho y cómodo, sube a él de un brinco, o si utiliza el estribo para  acaballarse, después de hacerlo los cruza sobre la parte delantera del recao para que no vayan  golpeándole las piernas. Así lo hacía el teniente Melián, contrariando el reglamento del cuerpo del que formaba parte.
Formaron un día los escuadrones en presencia del general, quien advirtió que el teniente montaba sin estribar:
- ¡Cómo es eso teniente! - exclamó- ¿Así se cumplen reglamentos de su arma?... Cuando regrese, quedará usted arrestado quince días en su domicilio.
Pocas horas después tuvo lugar un combate en el que actuó lúcidamente el teniente Melián. Pero no por eso fue eximido del cumplimiento de la pena. Permaneció los quince días arrestado. El último llegó San Martín hasta su habitación. Al entrar, le dijo:
-Vengo personalmente, señor oficial, a levantar a usted el arresto en obsequio de su bravura, y como recuerdo de ella ofrezco a usted estos estribos de plata que he usado yo en ocasiones solemnes.
- ¡Mi general!
- Sírvase de ellos, teniente, y verá que nada es mejor que afirmarse bien en los estribos...
Fue una lección bien dada, pues Melián no la olvidó.
 
 
Texto de Bernardo González Arrili


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Resposta  Missatge 2 de 2 del tema 
De: Casimiro López Cano Enviat: 18/08/2011 15:31

 

 
 
 
 
Maravillosos Aportes¡¡¡
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Gracias por Compartir¡¡¡
 
 
Casimiro



 
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