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RETRATO
DEL GENERAL DON JOSÉ DE SAN MARTÍN
El General Don José de San
Martín fue el prototipo del soldado hecho en la disciplina , en el estudio y en
los campos de batalla, donde se aprende a desafiar la muerte cuando se lucha por
nobles ideales.
"No bastaría decir que la
vida del General San Martín - ha escrito Avellaneda - fue áspera y dura, como la
vida del soldado en el campamento.
Pocos hombres han tenido
igual olvido de si mismo para la fatiga, para la vigilia, para el trabajo, para
el peligro".
Medía, aproximadamente, de
1,70 a 1,80 de alto. De tez morena, nariz aguileña, grande; cejas negras,
arqueadas y tupidas; ojos grandes y de mirada vivísima, fiel reflejo de su
carácter.
Usó pequeños bigotes, que se
quitó al ser ascendido a General.
Su voz, ronca sin ser áspera,
clara y varonil, tomaba modulaciones potentes cuando daba órdenes en el cuartel
o en la pelea.
"Derecho, garboso, de pecho
saliente, tenía cierta estructura que revelaba el hombre robusto, el soldado de
campaña!, afirma el general Espejo, que le conoció y sirvió a su lado.
Espontáneo y de modestia
extrema, su educación y hombría de bien lo distinguieron siempre en su vida
pública y privada.
En las reuniones sociales las
damas ponderaban no solo su gallardía, sino también su don de gentes y
generosidad. De vastísima cultura, San Martín dominaba el idioma francés y sabía
ingles.
Su deporte favorito fue la
equitación, y no descuidó nunca la perfecta atención de su cabalgadura.
A este respecto ha escrito
Espejo, en su libro ¨El Cruce de los Andes ¨ ...
"Algunas tardes salía también
de paseo en su caballo, en un alazán tostado, rabón, a la corba, con la crin de
la cerviz atusada de arco, como dicen los aficionados; y en otras ocasiones en
un zaino oscuro, de cola larga y muy abundante.
En estos paseos lo acompañaba
apenas su ordenanza.
Su montura era una silla con
picos con pistoleras, y cubierta de un chabrac o caparazón de paños azul, sin
más adorno que dos borlas del mismo paño en el remate de los picos traseros.
Pero era tan gallardo y bien
plantado a caballo como a pie, muy semejante a la estatua ecuestre con que
Buenos Aires ha adornado el paseo del Retiro, que parece que el artífice lo
hubiera visto en su época para exhibirlo con tanta
perfección"
Fuente: TONELLI, Armando y
BEMBIHY VIDELA, Alberto. Síntesis Documental Sanmartiniana. Buenos Aires,
Instituto Nacional Sanmartiniano, 1950.
Texto extraído del diario
Clarín