LAS MANOS DE UNA
MADRE
Manos tan acariciadoras tan de seda, tan de
ella, blancas y bienhechoras. ¡Solo ellas son las santas, solo ellas
son las que aman, las que todo prodigan y nada reclaman!
¡Las que
alivian de dudas y querellas, sacan la espinas y se las clavan en
ellas! Para el ardor ingrato de recónditas penas, no hay como la
frescura de esas dos azucenas.
¡Ellas cuando en la vida son flores
mustias , ellas son dos milagros blancos, apaciguando angustias!... Y
cuando el destino acosa las maldades, son dos alas de paz sobre las
tempestades.
¡Ellas son la alertas las milagrosas, ellas, porque
hacen que en la sombra florezcan las estrellas. Para el dolor,
caricias; para el pesar, unción; son las únicas manos que tienen
corazón!...
Rosal de rosas blancas; de tersuras eternas; aprendiz
de blancuras en las manos maternas.
Yo que llevo en el alma las
dudas escondidas, cuando tengo en las alas la ilusión caída. ¡Las manos
maternales aquí en mi pecho, son como las alas quietas sobre mi
corazón!... creo que las manos de una madre, en mi opinión, perfuman
con terneza.
Texto de Maica
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