Presiones Que Amenazan A La Familia PARTE I En la historia humana, nunca como hoy se habían sentido tantas presiones sobre la familia cristiana. El espíritu de este mundo esta opuesto a la santidad que demandan las Escrituras. Se necesita del esfuerzo unificado de toda la familia para vivir en justicia y santidad. Todos los miembros de la familia deben luchar con toda diligencia para sostener una relación personal con Cristo y mantener a su familia en armonía. La presión de las comparaciones con los demás y la influencia de las cosas que están de moda en el mundo, tienen un efecto devastador en el hogar cristiano. La necesidad humana básica de aceptación, agravada por el temor de ser rechazado, induce a adoptar estilos de vida que son incompatibles con lo que enseñan las Escrituras. Las presiones sociales y vocacionales perturban la armonía de la familia. Los distintos miembros de la familia, sea cual fuere su edad, se ven presionados a escapar de las dificultades reales de la vida y adquirir hábitos y vicios que solo les servirían para producirles frustración y daño. Una de las tareas más importantes del hogar es la enseñanza de los valores bíblicos. Solamente se puede llevar a cabo en la forma debida cuando los padres dan ejemplo de vida cristiana verdadera y fiel, e instruyen a sus hijos por las sendas de la justicia y la reverencia a lo santo. Durante los próximos Devocionales estaremos hablando acerca de “Las Presiones Que Amenazan a la Familia”. Estaremos dando la formula Bíblica de cómo podemos sobreponernos o enfrentar esas presiones PARTE II LA PRESION DE LAS COMPARACIONES   “Pero el pueblo no quiso oír la voz de Samuel, y dijo: No, sino que habrá rey sobre nosotros; y nosotros seremos también como todas las naciones, y nuestro rey nos gobernara, y saldrá delante de nosotros, y hará nuestras guerras. Y oyó Samuel todas las  palabras del pueblo, y las refirió en oídos de Jehová. Y Jehová dijo a Samuel: Oye su voz, y pon rey sobre ellos. Entonces dijo Samuel a los varones de Israel: Idos cada uno a vuestra ciudad” (1 Samuel 8: 19-22). Los cristianos deben estar capacitados para distinguir entre lo bueno y lo malo. Es necesario que todos y cada uno de los miembros de la familia puedan determinar que es lo bíblicamente correcto y se propongan vivir de acuerdo a ello. Israel sabía que Dios quería seguir siendo su rey. Sin embargo, el pueblo insistía en que quería un monarca humano. Otras naciones tenían reyes de carne y hueso a quienes podían seguir en la batalla y que tomaban las decisiones por el pueblo. Israel quería compararse con las naciones vecinas y tener un rey humano también, como todos los pueblos paganos de la tierra. Samuel les hizo ver los problemas que surgirían cuando estuvieran bajo un tipo de gobierno así. Tendrían que pagar impuestos. Además, todos serian esclavos del rey. Pero como ellos anhelaban parecerse a todas las demás naciones, Dios accedió a su petición. Las generaciones posteriores se deben haber lamentado del día en que sus padres insistieron en tener un rey, porque estaban viendo que las predicciones y advertencias de Samuel se estaban realizando en su contra.  Presiones Que amenazan A La Familia PARTE III  Los sociólogos señalan que la familia de hoy tiene problemas en una serie de aspectos importantes: Divorcio y separación.En la actualidad, uno de cada tres matrimonios terminan en divorcio. Cambio de papeles.Solo un pequeño porcentaje de los hogares de la sociedad moderna funciona normalmente, con un padre que gana la vida de la familia y una madre ama de casa. Las madres que trabajan no tienen tiempo para cuidar de su familia. La presión del tiempo.Todo el mundo esta ocupado; a menudo, demasiado ocupado para dedicar un tiempo a resolver las necesidades de los demás de la familia. El materialismo.Debido a tanta presión por las cosas de la vida, la gente se ha dedicado más a lo material que a lo espiritual. El trabajo, el dinero y las cosas materiales han venido a tomar el lugar que se debiera dar a las cosas de Dios. La movilidad.Son muchas las familias que tienen que estarse trasladando de un lado a otro frecuentemente debido a exigencias económicas, búsqueda de trabajo y otras razones. El efecto de los medios de comunicación.Los niños de hoy ven entre treinta y cincuenta horas de televisión a la semana. Esto es nocivo, debido a los intereses comerciales y el descuido ético y moral con que se elaboran los programas de televisión. Las revistas y los espectáculos son también un medio nocivo de comunicación para los niños. El cine, especialmente el pornográfico, es dañino para la formación de los jóvenes. La degradación de los principios morales.El alcoholismo y el abuso de las drogas se han convertido en un medio de vida para mucha gente. Lo mismo ocurre con la promiscuidad sexual. Prueba de esto es el aumento increíble de madres solteras (adolescentes) y de casos de abortos. Las deficiencias en la comunicación.Muchas familias viven juntas, pero aquellos que las componen no se comunican sus verdaderas necesidades, esperanzas, inquietudes y dificultades. La presión de las comparaciones con el mundo y el deseo de imitar a los demás se notan en la familia cuando sus componentes se sienten desafiados por el medio y quieren ajustarse a las costumbres y formas sociales de los demás. Se necesitan una gran fuerza de voluntad y una personalidad sólida para oponerse a las corrientes del mundo y ser leal a los principios y fundamentos de la familia cristiana. Aunque esta presión de la moda se ve más entre los jóvenes, también afecta a los adultos, especialmente a aquellos que carecen de una formación sólida. Debe aclararse aquí que no se esta negando la necesidad de vivir en el presente. En muchos aspectos, es necesario abandonar tradiciones ya caducas e inservibles para el mundo de hoy. La educación, la ciencia y aun la Iglesia han tenido cambios en sus formas y su realización histórica. Tenemos que convivir con ellas y adaptarnos a ellas si queremos progresar. Sin embargo, no debemos tener una constante actitud de imitación a las cosas del mundo. La única guía segura para determinar cual es la conducta correcta es la Biblia. Para esto es necesario leer constantemente y ordenadamente las Escrituras y llevar una vida de oración adecuada. El secreto de esto es que nuestro pensamiento transformado por el Espíritu Santo en lugar de conformarse al modelo del mundo (Romanos 12:1, 2). Filipenses 4:8 es un buen punto de partida para comprender el estilo bíblico de conducta y evitar la conformidad con el mundo.   OPTAR POR LO QUE ES CORRECTO   Optar por lo correcto significa muchas veces ir contra la corriente y actuar de manera opuesta a la que siguen los compañeros de trabajo, de escuela o de juego. Para esto se requiere que la persona tenga la suficiente fuerza de voluntad para rechazar el establecimiento de vínculos con amigos mundanos, que tengan un sistema de valores distinto y contrario a lo que se establece en las Escrituras (2 Timoteo 3:16, 17). Optar por lo correcto demanda no solo separarse del estilo de conducta del mundo, sino también del pensamiento pecaminoso. En esto se incluye la necesidad de elegir amigos y compañeros cuya escala de valores este de acuerdo con los principios cristianos, no solo en el trabajo y la escuela, sino también en todas las demás actividades, incluso las relacionadas con el entretenimiento y la recreación. Se usa a menudo el texto de 2 Corintios 6:14 para señalar los problemas que emergen cuando los cristianos se mezclan en romances con personas no cristianas. En ningún caso es mas importante la armonía espiritual que en el matrimonio y la familia. Actúan muy sabiamente los jóvenes cristianos que se proponen realizar su noviazgo dentro de las fronteras de la comunidad cristiana. De esta manera, la Iglesia podrá orientar su noviazgo y el Espíritu Santo los podrá guiar, tanto respecto del presente como el futuro.     PARTE V     El grupo que esta mas presionado por las exigencias de la moda y de los compañeros es el de los jóvenes. Estos son más vulnerables, porque están en el proceso de separarse de su familia para independizarse, y andan en busca de su propia identidad. Podremos ayudar a nuestros jóvenes a enfrentar este tipo de presiones si, en primer lugar, estamos dispuestos a reconocer que esto es normal y hasta cierto punto necesario. También debemos estar dispuestos a darles cierto grado de libertad para que se independicen en la forma debida. Al mismo tiempo debemos hacerles sentir que los amamos y los aceptamos tal como son. En el proceso de ayudarlos debemos buscar las formas más adecuadas y sabias para ayudarlos a evaluar el efecto que hace en ellos la influencia de sus amigos y compañeros. Debemos animarlos a tener como sus mejores amigos a otros cristianos, y orientarlos para que limiten sus amistades y especialmente su noviazgo a la comunidad cristiana. Naturalmente, nuestro mayor logro será ayudarlos a que tengan un encuentro personal con Cristo y mantengan después una relación profunda con El. Pablo uso tres términos para describir lo inútil que es estar ligado con el presente mundo. El dice que el cristiano no tiene compañerismo o fundamento alguno para la intimidad con los que no conocen al Señor. No hay comunión, intimidad profunda ni sentido para una verdadera asociación con ellos. Tampoco hay bases para la concordia, acuerdo o vida armoniosa con ellos. Los cristianos somos diferen PARTE VI  La vida esta llena de presiones de toda clase. Estas vienen de muchas partes, y son tanto internas como externas. Si uno no es capaz de enfrentarse a la vida con la cabeza en alto, quizás se sienta tentado a tratar de escapar de la realidad. El escapismo se ha convertido en un modo de vida para aquellos que no se han fijado metas para la vida. Los medios para escapar de la vida real son numerosos. Comprenden una extensa variedad que va desde la mera apatía hasta la huida en muchos aspectos. La apatía se manifiesta en una vida decadente que conduce al aislamiento y la separación de todo. Este tipo de retirada hace que los jóvenes abandonen el hogar y también los valores cristianos. Esta retirada tiene lugar cuando la persona ha llegado a la conclusión equivocada de que la vida no tiene ningún significado. Los antiguos valores han sido rechazados y no se ha hecho nada por sustituirlos por otros mejores. La vida se torna vacía y sin sentido. La persona aislada se siente desamparada, porque le parece imposible alterar el curso de su vida. Lo opuesto a la apatía y el aislamiento en el escapismo es la huida. Cuando se huye de las responsabilidades se produce únicamente un alivio temporal de las presiones de la vida. Las semillas del divorcio se siembran muchas veces durante la adolescencia, con los intentos de escapar del hogar y de la escuela. La persona que no pueda resolver los problemas de la familia con la que crece, sin tener que huir de ellos, no estará en capacidad de establecer relaciones aceptables y llenas de sentido en su propio matrimonio y su familia.  PARTE VII  LOS VICIOS ¡UNA MANERA DE ESCAPE!   “¿Para quién será el ay? ¿Para quién el dolor? ¿Para quién las rencillas? ¿Para quién las quejas? ¿Para quién las heridas en balde? ¿Para quién lo amoratado de los ojos? Para los que se detienen mucho en el vino, para los que van buscando la mistura. No mires al vino cuando rojea, cuando resplandece su color en la copa. Se entra suavemente; Mas al fin como serpiente morderá, y como áspid dará dolor. Tus ojos miraran cosas extrañas, y tu corazón hablara perversidades. Serás como el que yace en medio del mar, o como el que esta en la punta de un mastelero. Y dirás: Me hirieron, mas no me dolió; Me azotaron, mas no lo sentí; Cuando despertare, aun lo volveré a buscar” (Proverbios 23:29-35) En los Proverbios, Salomón amonesta repetidamente contra una vida de escapismo. Menciona el vino como una de las formas de escapar de la realidad. El describe al borracho con un montón de preguntas, como una persona que murmura en voz alta y se queja consigo mismo, pero no hace nada al respecto. La persona que ingiere bebidas alcohólicas se convierte en adicta a ellas sin darse cuenta. ¿Qué ocurre cuando alguien tiene los sentidos entorpecidos por los efectos del vino? Se escapa a un mundo de fantasía, un mundo erreal que le hace sentirse como un héroe y un conquistador sin tener que hacer frente a las situaciones reales. ¿Qué más hace el hombre cuando se encuentra bajo la influencia de la borrachera? Uno de los próximos efectos es que se enreda en la promiscuidad sexual. El borracho pierde el sentido de la ética y de la fidelidad prometida en los votos del matrimonio. También hace uso de un vocabulario corrupto y ofensivo; habla perversidades y hace declaraciones falsas y fraudulentas. Un hombre en estado de ebriedad no puede resistir los ataques físicos. Aunque lo golpeen no sienten el dolor, porque sus sentidos están entorpecidos. Despierta después de que la borrachera se le ha ido, ¿y que es lo que hace al despertar? Emprende de nuevo la huida a través de una nueva etapa de embriaguez.    VALORES Y ACTITUDES QUE SE DEBEN EVITAR “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de si mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites mas que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negaran la eficacia de ella; a estos evita (2 Timoteo 3:1-5). Los valores son principios de vida que se aprenden a través de la experiencia. Se suelen originar en las actitudes que se aprenden en el hogar. Por definición, una actitud es una disposición previa del ánimo a reaccionar constantemente de una manera determinada ante las circunstancias de la vida: gente, lugares, cosas, ideas, sucesos, conceptos. Salomón estaba en lo correcto al declarar que tal como una persona piensa, así es (Proverbios 23:7). Al escribir a Timoteo, Pablo declaro que los valores del mundo están en oposición a lo que Dios quiere para nuestra vida. Los niños y jóvenes necesitan nuestra ayuda y orientación para poder desarrollar actitudes y valores que estén acordes con el reino de Dios (Romanos 12:1, 2). A menos que los jóvenes desarrollen sus propios valores, irán rebajando sus normas de conducta y sus principios morales y se habituaran a un tipo de vida que los hará ineptos para resistir a las tentaciones del mundo. Los valores del mundo están centrados en el egoísmo y la conveniencia humana. El egoísmo convierte a una persona en presa del materialismo y la hace desarrollar un deseo anormal por poseer dinero y todo lo que representan las riquezas materiales. Existe una notable tendencia actualmente a vanagloriarse en las posesiones y las riquezas, aunque  no haya nada tangible en que basarse para sostener tales aspiraciones. Entonces se desarrolla el orgullo y la persona empieza a fingir que es mejor que las demás. Pero aun, el vanaglorioso empieza a burlarse de otros, se hace irreverente hacia Dios y usa un lenguaje profano y abusivo. Esto también conduce a una actitud de rebelión que desafía aun a las autoridades. Cuando alcanza un grado tan bajo de mundanalidad, la persona se vuelve ingrata hacia cualquiera que trata de ayudarla. Su vida se caracteriza por una actitud de maldad que niega lo que antes tenia por sagrado. Se le endurece el corazón terriblemente contra su familia y sus amigos. Todos aquellos sentimientos o demostraciones de afecto que lo caracterizaban antes, hace mucho que dejaron de manifestarse. Como resultado de ello, el individuo no esta en paz consigo mismo y no hay forma de hallar la calma. Cuando el descarriado se enciende de rabia, insulta a los demás, difama la verdad y se asocia con todas las obras del mal. La infelicidad se hace habitual en su vida, que pierde el control de si mismo y queda incapacitado para cambiar su modo de ser. En una sola palabra, se ha convertido en un salvaje. ¿Por qué ha ocurrido todo esto? Porque su manera de pensar con respecto a la vida lo condujo a fijarse un sistema de valores contrario a lo que enseña la Palabra de Dios. Se ha hecho hostil a lo bueno y no le ha importado nada entregar su herencia cristiana en manos del enemigo. Es imprudente, provoca confrontaciones y es una persona inflada en su propia vanidad. Para insensibilizar su infelicidad, se entrega totalmente al disfrute de los placeres sensuales. Ha perdido toda reverencia por las cosas de Dios y todo afecto personal por El. Juzga únicamente por las apariencias exteriores de la religión, y finge que las cosas todavía marchan bien entre el y Dios, pero contradice su testimonio en los actos de su vida cotidiana, renunciando a su antigua entrega a Cristo y rehusando aceptar las exigencias del evangelio en su vida personal. ¿Qué puede hacer este hombre? Ha rechazado la sangre de Jesucristo; no le queda alternativa. O volver a Dios arrepentido como lo hizo el hijo prodigo, o ser condenado por toda la eternidad (Hebreos 10:26, 27)  PARTE IX        El proceso por el cual se desarrollan los valores de la vida empieza con una actitud de conformidad. La conducta aceptable es recompensada, mientras que la reprochable es castigada. De esta manera, el niño va aprendiendo gradualmente a conformarse a las formas de conducta que sus mayores desean de el.     El siguiente paso es la identificación. El niño se convierte en admirador de aquellos que son sus héroes y modelos y quiere imitarlos en todo; quiere ser como ellos. Así es como los niños aprenden las maneras y los gestos de sus padres, y los jóvenes empiezan a hablar y actuar como sus amigos.     La tercera etapa es la interiorización. Las ideas y acciones del individuo ya no ocurren como actos externos o como imitaciones de otros, sino que llegan a formar parte de sus propias actitudes internas. Esta conducta se ha convertido en el sistema de valores que ya es parte de su vida y de su personalidad.     El conocimiento de que existe este proceso nos ayudara a reconocer que no podemos pretender que una persona llegue a tener una escala de valores correcta solamente con obligarla a cumplir con ciertas normas externas. La identificación es el puente importante que conecta la conformidad con la interiorización. Nosotros tenemos que convertirnos en modelos de lo que queremos que nuestros hijos lleguen a aceptar y creer.     Los valores cristalizan a través de la enseñanza de las actitudes. Esta es una tarea para toda una vida, y los padres deben iniciarla desde la más tierna infancia de sus hijos, para seguir cultivándola todo el tiempo que tengan contacto con ellos.     La fijación de un sistema de valores es producto de un proceso educativo. A continuación presentamos algunas ideas para ayudar a los padres en su labor de cultivar las actitudes que pueden conducir a sus hijos a la adquisición de un sistema de valores correcto:   Identificar cuales son las actitudes que necesitamos enseñarles. Tratar de que los padres sean ejemplares en cuanto a sus actitudes, para que les sirvan de modelo. Proporcionarles experiencias emocionales agradables que se relacionen con dichas actitudes. Prolongar aquellas experiencias de aprendizaje que estén relacionadas con las actitudes deseadas. Las actitudes se pueden enseñar mejor en grupo. Por lo tanto, es útil involucrar a toda la familia en el trabajo de fijar valores. Hacer los arreglos necesarios para que los niños puedan experimentar y practicar el uso de sus nuevas actitudes. Animar a cada niño para que estudie y evalué todo lo que esta aprendiendo a hacer y pensar.     Cuando los padres inculcan las actitudes cristianas y los demás miembros de la familia las refuerzan positivamente, los valores se convierten en algo estable en los hijos, de tal manera que aunque pasen los años y se alejen del hogar, siempre los seguirán respetando. PARTE X      Hubo un tiempo en que se pensaba que la familia cristiana era inmune a los problemas y presiones que confrontan las demás familias del mundo. Pero ya no vivimos con esa ilusión. Todos conocemos buenas familias en la iglesia que son destrozadas en este mismo momento por las presiones y dificultades de las que hemos hablado en estos “Devocionales Diarios”.     El reconocimiento de esta urgente necesidad es el primer paso para enfrentarse a todos estos problemas.     El siguiente paso es enfrentarse abierta y francamente a las presiones mundanas que amenazan a nuestra familia; hablar en familia entre padres e hijos acerca de las necesidades y peligros que existen en estos aspectos de la vida y tratar de entender los sentimientos y actitudes que los jóvenes tienen acerca de estas cosas.     Finalmente, los padres deben reconocer que están peleando una batalla espiritual. Pablo lo dijo: “No tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra... huestes espirituales de maldad” (Efesios 6:12).   Rev. Alfonso Díaz - IBHVI   Final   Bendiciones