Miércoles, 16 de junio de 2010
Guiado por la fe
Léase Romanos 8.28-39
Pero si lo que esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia.
-– Romanos 8.25 (NVI)
ERA el año 1995, y me habían asignado un vuelo de rutina sobre la selva chiapaneca. Estaba volando tranquilamente cuando, de pronto, el clima cambió. Las condiciones cambiaron de ser un vuelo con visibilidad de 100% a un vuelo por instrumentos. Lo primero que pasó por mi mente fue: ¿Por qué a mí Señor?
Tuve que hacer lo único que podía: seguir las reglas básicas de este tipo de vuelo, mantener la calma y confiar en los instrumentos. Si no lo hacemos, ocurre una desorientación espacial muy peligrosa.
Muchas veces en nuestra vida, todo parece estar bien y ocurre un cambio repentino, como la muerte de un ser querido, la pérdida de empleo o algún problema legal. Pensamos: ¿Por qué a mí Señor?