La pasión de Vincent por el ministerio le llevó a los yacimientos de carbón de Bélgica, donde predicaba a los mineros, atendía a los enfermos y daba de comer a los hambrientos, ganándose un lugar en el corazón de la gente. Su iglesia estaba abarrotada de personas deseosas de aprender más acerca de Jesús. Sin embargo, sus superiores no estaban contentos, debido a que les parecía mal cómo vestíaVincent, que viviera en una choza y que diera su salario a la población. “Tienes peor aspecto que la gente a la que has ido a enseñar”, le decían. ¿No habría hecho Jesús lo mismo?, les respondía él. Sus jefes no estaban de acuerdo, por lo que le expulsaron del ministerio. Estaba herido y enfadado; su único deseo había sido construir una iglesia que glorificase al Señor y por lo tanto, ¿por qué Dios no lo permitió? Después, un día, vio como un minero forcejeaba bajo una carga de carbón. Conmovido por la escena, empezó a dibujar la encorvada figura, y aunque no se dio cuenta en aquel momento, había descubierto su verdadero llamado. El joven predicador que fue rechazado por su denominación se convirtió eventualmente en un artista que el mundo siempre recordará: Vincent van Gogh.
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