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Enviado: 01/06/2009 04:30 |
CÓMO RENOVAR MI VIDA DE PAREJA |
Muchas parejas, después de unos años de casados parecen el dúo Pimpinela, se presentan como esposos pero son hermanos; es tanta la rutina y el conocimiento mutuo que, en vez de ser marido y mujer y sentirse atraídos, son como hermanos. Salí del modelo Pimpinela, el que tenés al lado no es tu hermano sino tu marido. |
¿Cómo renovar la vida matrimonial?
I- La pareja es para disfrutar no para aguantar.
Muchas mujeres creen que, una vez casadas, están atadas y como en una prisión pero no siempre es así. Hay parejas que, lamentablemente, ya no se disfrutan y se soportan el uno al otro porque o “no tienen donde ir”, o se resignan: “Y… bueno, ¿qué vamos a hacer? Ya nos conocemos y como dice el refrán “más vale malo conocido, que bueno por conocer” y si estamos juntos es porque no hay otra cosa para hacer.”
Todas las parejas pasamos por tres tipos de experiencias:
1-El descubrimiento 2-La conquista 3-La colonización.
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El descubrimiento.
Es cuando nos conocemos, todo es lindo, asombroso, todo lo que ves y oís de él te gusta y estás dispuesta a cualquier cosa.
Para los varones, en esa etapa la mujer es espectacular, bárbara, “¡Qué bien que habla!”, “Mira cómo se arregla y se cuida”, “¡Qué cariñosa y agradable!, ¡Qué cabello! ¡Qué movimientos!” Y las mujeres, decimos: “¡Qué manos! ¡Qué uñas limpias!”, “¡Qué dientes!”, “Los zapatos lustrados”, “No tiene panza.”
2- La conquista. Es período donde querés compartir la vida con esa persona, pasar la mayor cantidad de tiempo, juntos y disfrutar. Nos obsesionamos por conquistarlo y eso nos mantiene motivados, con una expectativa alta colocándonos en las mejores batallas. Oímos: “No sabes la cantidad de mujeres que tenía tu padre, pero me lo gané yo.” Es la etapa en que sabes que tenés que ganar “el gran trofeo”o ”el mejor botín.”
3- La colonización. Es habitar con el otro, asentarse, echar raíces. Cuando decimos: “Bueno, mi amor ¿Qué proyectamos juntos?, ¿Qué haremos?, ¿Hacia dónde vamos en la vida?, ¿Compraremos una casa?, ¿Tendremos hijos? Es la etapa de establecimiento.
El problema es que creemos que estas tres etapas se dan una detrás de la otra y en un momento dado, las dos primeras dejan de activarse. Después de casados y el nacimiento de los hijos, creemos que llega la eterna colonización y donde seguimos echando raíces pero perdiendo la conquista y el descubrimiento.
Las tres experiencias van juntas y, en un matrimonio, deberían ser por siempre y para siempre.
¿Crees que sos la misma mujer que al casarte? No, ya no sos igual, porque transitaste experiencias y situaciones que te transformaron. Y tu marido tampoco es igual y lo descubrirás con el tiempo: antes no tenía panza, ahora sí; antes tenía vitalidad y ya no. (Después de los cuarenta, los hombres dejan de funcionar como antes.) Toda pareja debe mantener la etapa del descubrimiento y la conquista activa porque siempre hay algo para descubrir y conquistar.
Muchos hombres y mujeres verán lo distinto en otros y querrán conquistarlo, pero eso debe ocurrir solamente dentro del matrimonio. Si tu marido ya no quiere descubrir nada más de vos es porque te conoce de arriba a abajo, que gritas y te quejas, pero te corresponde a vos sorprenderlo. La vida matrimonial se hace rutinaria, aburrida, sin seducción, por eso debes poner algo nuevo: un camisón o baby doll, las medias, las ligas, ¡están para eso!
II- Fortaleza de carácter
Es lo que, tanto hombres como mujeres, adquieren con el paso del tiempo, maneras de actuar tan fuertes como murallas y que parecen no poder quebrarse.
Toda fortaleza se puede quebrantar en el nombre de Jesús.
1º Fortaleza: la pasividad.
Hombres y mujeres que no se mueven y no ejercen autoridad en nada, no toman decisiones, ni iniciativas. Son aburridos en sus parejas, nunca surge nada de ellos y que hay que arrastrarlos para que hagan algo en sus casas o muevan un pie. Mujeres pasivas que dicen: “Que él trabaje”, “Que me mantenga”, “Que haga todo lo que tenga que hacer.” Son aburridas, sin iniciativa y no quieren nada nuevo. Hombres y mujeres que no asumen responsabilidades con sus hijos, no se hacen cargo, se conforman con lo que tienen y aún con lo que no tienen; todo lo hacen en forma lenta y pausada porque tienen todo el tiempo para hacerlo. No hay motivación, ánimo, ni energía, todo es rutinario.
La pasividad atraerá parejas autoritarias. -Si tenés un marido pasivo te transformarás en su mamá, te quejarás porque tenés que hacer todo, cuando en realidad vos elegiste ese concepto de vida, diciendo: “Si él no hace nada, me pongo en el papel de que todo lo hago yo.” ¡Y después te quejas porque no aguantas! Adquiriste la fortaleza de la mujer mamá y sos autoritaria.
-Cuando la pasiva es la mujer, el hombre le dice adónde puede ir y adónde no, la insulta, rebaja, maltrata y, como ella se cree una nena eternamente, no toma ninguna decisión, haciendo que los demás las tomen por ella.
Esas fortalezas deben ser destruidas en el nombre de Jesús, para no tener vidas aburridas y monótonas.
Sin proyecto no se puede avanzar.
Al casarte decidiste compartir con esa persona el proyecto de vida: o van juntos o no van, en la mitad no se hace nada. ¡Quebrá esa fortaleza!
Si él es pasivo, cambiá tu rol, no esperes que él lo haga. Cuando vos cambies, él tendrá que moverse quiera o no, y si no se mueve, habrás ganado igual porque lo hiciste para vos. ¡No lo hagas por él!
Una mujer que asume el rol de mamá y dice: “todo lo hago porque tengo un marido pasivo”, es porque generalmente tuvieron un padre agresivo. Buscan a un hombre tranquilo, (aunque le gustaría tener uno activo) porque tienen miedo que sea autoritario como su papá. El hombre que tenés es porque vos lo elegiste.
2º Fortaleza: víctima de la circunstancia.
Creen que el problema matrimonial es por culpa del otro: “Vos siempre sos la loca”, o “Él es el enfermo, el peleador, el que no entiende, el que no me trata bien, ni se hace cargo de nada.” “Mi pareja no me entiende”. Son víctimas de las circunstancias y dicen: “Que cambie el otro”, “Si el otro quiere, yo acepto”, “Si él acepta hacer terapia, todo irá bien, porque el problema no es mío sino de él que tuvo problemas en su infancia o con la anterior esposa, nadie lo comprendía y, como está herido, toda esa bronca la hecha en mí”, “Soy una pobre mujer.” ¡No! En una pareja no hay un culpable y otro inocente, ambos se eligieron para hacer algo juntos y llevar un proyecto adelante. Quizás no elegiste con sabiduría, pero es lo que la sabiduría de ese momento te permitió potar, en esa elección hubo algo inconsciente y por eso tenés esa pareja.
3º Fortaleza: el egoísmo.
Son las parejas que no pueden hacer nada juntas, no tienen proyectos, no saben compartir, todo es individual. Se unieron pero no pudieron participarse los proyectos, relacionarse a ese nivel. Los egoístas viven criticando, se creen perfectos, que tienen el manual de cómo hacer las cosas bien. Te dicen: “No te deberías haber operado” pero lo hacen cuando tenés la cara arruinada; tienen la respuesta salvadora, no se dejan enseñar y los demás son todos imbéciles. Son peleadores pues, como no saben compartir, creen que todo es para pelea, discuten, gritan, insultan, humillan.
Tratá de tener tu mente en paz, de ser feliz, estar contenta y si el otro te critica, te dice cosas, no pelees, buscá la paz y seguila.
Esas fortalezas deben destruirse pero debemos reconocerlas primero. Reconocer que la pareja tiene que funcionar, que tiene esperanza aún, es fundamental. Debo luchar por mi pareja, ponerle onda, darme ánimo, no puede ir de mal en peor, no puede haber empezado bien y que termine mal. Hay parejas que lo único que esperan es la muerte del otro (“El día que se muera yo seré feliz.”), esperando que en el futuro ocurra algo. Recordá que vas de gloria en gloria y de poder en poder y eso incluye a tu pareja.
¿Qué puedo hacer por mí misma?
No querer cambiar al otro, porque mientras más insistas, más firme estará en su postura, conducta y fortaleza.
¿Qué puedo hacer para cambiar yo?
Transformar ciertas cosas en la relación sin dejar de lado los sueños y proyectos personales. Decidiste compartir la vida con un hombre, por lo tanto hay algo que debes apartar para la relación. Si yo cambio, el otro tiene que cambiar. Si cambias y el otro no cambia, ganás vos porque hiciste algo. Si cambiás, vos siempre ganás.
1º Mejorá tu aspecto físico. Muchas chicas hermosas después de casadas se echan a perder porque, como ya conquistaron lo que querían, entonces comen todo lo que encuentran, no usan cremas por años, dejan de cuidarse. ¡Y no hay nada peor que verse mal! Cuidate y ponete hermosa. Tu cuerpo tiene que ir de gloria en gloria, no aceptes la mentira de ir de peor en peor; debes verte mejor cada día y, si tu marido se da cuenta ¡bárbaro! y si no se da cuenta, ganaste vos.
2º Mejorá tu aspecto emocional. Ser feliz en tu vida de pareja debe ser el desafío. No te des por vencida, tomá nuevos retos, renová tu vida emocional, creé en vos y en la pareja a la que apostaste alguna vez. Si no te amas a vos misma, nadie te amará; si no te atendés, nadie te atenderá; si no confías en vos, ni tu marido podrá confiar, por eso crecé emocionalmente. No seas una mujer dominada por tu maternidad, no vivas sermoneando, ni controlando. El lugar donde menos seria tenés que estar es con tu pareja, aprendé a divertirte y a disfrutar.
El tacto, es el lenguaje del amor.
Es lo primero que recibimos cuando nacemos, nos tocan, abrazan, acarician, la primera manifestación de amor. Muchas veces las parejas dejan de tocarse en todo los sentidos. Cada vez son más las personas que van a hacerse masajes, tanto hombres como mujeres, y es por la necesidad de ser tocados. Aprendé a acariciar. Cuando él te quiere tocar, no le digas: “Salí de acá porque están los nenes”, dejá que te toquetee. Tocate, acariciate, querete. El toque es importante, es una de las primeras semillas que debes plantar en tu pareja.
Semillas de regalo.
El regalo siempre abre el camino para algo. Si necesitas plata, antes de ir con la queja o el griterío, regalá primero. La palabra de Dios dice: La dadiva del hombre abre el camino. Regalale algo y, cuando él te regale, acéptalo, no digas: ¿Qué habrás estado haciendo? O, “Yo no me lo merezco.” Si él te está haciendo un regalo es porque quiere abrir un camino, valoralo. A veces tenemos tanta bronca por cosas pasadas que no expresamos y nos quedaron adentro, entonces castigamos con palabras, con silencios o con gestos. Aprendé a ser una experta, profesional en cambiar lo negativo en positivo. La pareja puede ser el cielo o el infierno, y si él no cambia ¿quien gana? Vos.
3º Mejorá tu aspecto espiritual. ¡Y vas a ganar! La mejor manera es haciendo crecer tu fe de manera firme. Las familias tienen solución cuando mantenemos la fe y debo integrar mi familia en el círculo de la fe, tengo que saber que todos los dias hay un milagro esperando para mi familia. Pasá tiempo con Dios y con tu familia, poné una cobertura de fe sobre ellos e irán de gloria en gloria. Poné fe en todo lo que hagas.
Pablo decía en Filipenses 3, “Me olvido de lo que está atrás y me esfuerzo por alcanzar lo que está adelante.”
No es fácil olvidarse, pero debo hacer un esfuerzo para alcanzar lo que está adelante. Hay mucho por descubrir en el hombre que está a mi lado, y él tiene que descubrir muchas cosas en mí. Pasé por experiencias duras y difíciles pero ahora soy diferente.
Poné un diez a tu matrimonio, porque el amor que le tenés a Dios puede bajar a tu pareja. Aprendé a sembrar y cosecharás.
Orá: Señor Jesús, yo te pido que el cielo descienda sobre mi hogar, ayúdame a ver a mi pareja con los ojos con que Vos lo ves. Te Amo Jesús.
MIGDALIA
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Gracias Mig!!
muy bueno, al fin andas de nuevo por este panel, un abrazito, Araceli |
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