CUIDE LOS RIÑOS DE SUS HIJOS DESDE LA INFANCIA
Es frecuente escuchar "el niño no se alimentó bien pero al menos se comió toda la carne", "no come casi nada pero le doy un suplemento nutricional rico en proteínas en cada tetero" o quienes aconsejan “concentrarle bien la sopa para que al menos se mantenga”.
Cuando el niño es inapetente muchas madres le agregan proteínas en el biberón o a la dieta habitual sin saber que pueden causarles un daño, porque en su cuerpo aumentan elementos ácidos de alta toxicidad llamados hidrogeniones, que dificultan la función renal y causan severas secuelas en otros órganos que comprometen su normal desarrollo hacia la adultez.
Mientras más pequeño es el niño e inmadura su función renal, mayor dificultad tendrá para lidiar con esa “carga ácida” que se genera al consumir altas cantidades de proteína.
La carga ácida no sólo incrementa la falta de apetito del niño. Retarda la velocidad de incremento del peso y la talla, causa debilidad muscular, vómitos o reflujo gastroesofágico, fatiga, desinterés, mayor susceptibilidad a infecciones, eliminación aumentada de calcio y potasio por la orina, o aparición de cálculos renales.
La vida moderna ha llevado a los padres a descuidar la alimentación de sus hijos y si añadimos el sedentarismo o el exceso de televisión, lo más lógico es que los niños tiendan a engordar. "Más bien es signo de desnutrición" hoy consumen muchos alimentos con gran carga de carbohidratos pero sin un adecuado contenido nutricional, o comidas altas en grasas y sodio que pueden acarrear enfermedades hepáticas, daño en el hígado, diabetes e hipertensión.
La desnutrición altera en los riñones la capacidad para concentrar la orina y eliminar ácidos hacia ella. Los casos más severos de malnutrición pueden condicionar la pérdida aumentada de calcio, sodio y potasio por la orina, así como menor tolerancia a las cargas de agua, sales y ácidos.
"Una dieta sana y equilibrada para un niño debe estar constituida por alimentos variados y adecuados a su edad, gustos, hábitos, actividad física e intelectual, que ayudarán a prevenir gran cantidad de estas enfermedades".
Estudios realizados sobre los hábitos alimentarios de los niños muestran un consumo excesivo de proteínas (demasiada carne y huevos, cuando lo recomendable es una porción por día), alta cantidad de grasas, falta de hidratos de carbono complejos (cereales, legumbres y verduras) y exceso de hidratos de carbono refinados (pan, galletas, tortas, dulces) que no aportan micronutrientes ni proporcionan la fibra necesaria para una dieta equilibrada.
"Las alteraciones en la alimentación tanto en exceso como en defecto, así como aquellas con cantidades adecuadas pero de incorrecta proporcionalidad y calidad nutricional favorecen la aparición de problemas de crecimiento en los niños y la ganancia de peso, además de las afecciones ya descritas"
El más frecuente es la preparación de la leche completa usando medidores de fórmulas lácteas que contienen hasta más del doble de los gramos requeridos. Debe saber que una onza de leche completa preparada correctamente y diluida al 13% aporta un gramo de proteínas. Los requerimientos proteicos diarios de un lactante o un niño mayor no exceden los 1,5 gramos por kilo de peso. Sin embargo, en el caso de los infantes inapetentes muchos padres incrementan la cantidad de teteros diarios o de leche en polvo dentro de cada biberón.
También es muy común que las mamás caigan en el error de darles a los niños pasta sola con salsa de tomate porque es lo que les gusta, o suministrarle en días de “ajetreo” bebida energizaste indicadas para deportistas, cuyos valores proteicos están por encima de los requeridos por un infante.
Muchos padres y cuidadores por la falta de una adecuada formación incurren en errores básicos en las diluciones de las fórmulas lácteas, leche completa y preparación de alimentos en general.
La dieta diaria de los niños debe cumplir con estos requisitos:
1. Variada, compuesta por los cinco grupos de alimentos: granos, cereales, tubérculos y plátanos, hortalizas y frutas, leche, carne y huevos, grasas y aceites vegetales, azúcares.
2. Suficiente: que su cantidad esté en relación con el período de la vida, estado de salud y actividad del niño.
3. Bien distribuida: realizada con intervalos variables, pero preferiblemente con cuatro comidas al día en niños mayores.
4. Higiénica: preparada siguiendo normas que permitan garantizar la disminución del riesgo de enfermedades infecciosas o tóxicas.
5. Estimular la lactancia materna hasta el año de edad y de manera exclusiva durante los primeros seis meses de vida.
6. Económica: dar preferencia a los alimentos producidos en la región o el país y que sean de más fácil acceso de acuerdo con la estación.
Ejemplos a seguir
La dieta ideal para un niño en edad preescolar (de 2 a 5 años) debe ser de 1.851 calorías, por lo que un desayuno estaría compuesto de una arepa con jamón y queso, avena con leche y una fruta fresca. Para un niño en edad escolar (de 6 a 14 años), la dieta debe contener 2.483 calorías. El desayuno puede ser un sándwich con dos rebanadas de jamón o queso, jugo natural de frutas preferiblemente no cítricas o yogurt con cereales.
Los alimentos no recomendados por el Instituto Nacional de Nutrición son jugos envasados, gaseosas, maltas, leche condensada, raspados, helados que no sean a base de leche, chicles, caramelos y chupetas, gomitas, chocolates, pasitas, frutas secas, chicharrones, palitos de queso y variedades de snacks, galletas rellenas con jaleas, pastelería, cereales en hojuelas o inflados azucarados.
En los niños mayores las necesidades calóricas dependen de la edad, el sexo (los niños requieren más calorías que las niñas). Otros factores que influyen son la talla, la composición corporal y la actividad física. |