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La Pasión de Dios Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad contra de mí (Jonás 1:2) Mientras esperábamos el auto de la funeraria con los restos de un joven prominente de la iglesia, que había sido asesinado. Me acerqué para expresar mis condolencias a su apesadumbrado padre, quién expresaba nitidamente en su rostro lo que es la tristeza. Su corazón herido hasta o más profundo experimentaba el dolor más indescriptible. Este angustiado padre, quién había perdido al hijo de sus sueños, me expresó las palabras más dífiles de entender que jamás había escuchado. Hasta el día de hoy repercuten en mis oídos y todavía me pregunto cómo es posible que un ser humano pueda hablar de esa manera, cómo es posible que un hombre, que la vida de su hijo ha sido segada con crueldad y sadismo, pueda albergar tales sentimientos. Esto fue lo que me dijo: "Pastor, Dios permita que estos hombres, que me han causado este terrible daño, tengan la oportunidad de conocer a Jesús y se arrepientan, para que no vengan a juicio de condenación y puedan ser salvos. Me gustaría verlos en el cielo juntamente con mi hijo". Más confundido de lo que yo me sentí se quedó Jonás cuando escuchó este mandato divino: "Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad y pregona contra ella" Jonás 1:2. ¿Cómo es posible? ¿Dios buscando a un prdicador para que vaya a Nínive a predicar de manera urgente y elocuente para evitar que esa ciudad fuera destruida?. Es díficil que nos hagamos una idea del mandato divino, a no ser que sepamos quiénes eran los asirios, habitantes de Nínive. Los asirios eran un pueblo feroz y sanguinario. Deseaban connquistar todo el mundo. Hacían la guerra de ciudad en ciudad y permanecían todo el necesario hasta que la ciudad caía. cuando finalmente tomaban la ciudad, enpalaban a sus gobernantes y cortaban suficientes cabeza como para formar una pirámide, que ponían ante la siguiente ciudad para anunciarles el fin que les esperaba. Que Dios evitara destruir a gente así dejaba estupefactos a los isrelitas, pues también a Israel quería destruir Asiría. El amor de Dios es tan profundo que ninguno de nosotros puede alcanzar a entenderlo. No es sólo para los que buscan a Dios. Es también para los que están lejos de Él. Nunca entenderemos hasta que punto nos ama Dios hasta que entendamos cúanto amaba a los asirios. Nunca entenderemos por qué tenemos que ir en misión a alcanzar a personas indeseables hasta que entendamos el amor de Dios.
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Asi es, solo podemos dar aquello que hemos recibido,
solo comprendiendo el gran amor de Dios podremos guiar a otros a recibirlo tambien, excelente mensaje, Araceli |
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