VIOLENCIA DOMESTICA
Del 90 al 95% de las víctimas de violencias domésticas son mujeres, y los perpetradores son los hombres. Entre el 22 y el 46% de las personas homosexuales experimentan alguna violencia de sus compañeros/as. La violencia doméstica está arraigada en una dinámica de desigualdad de poder y mando que acaba descontroladamente en una escalada física, sexual, o psicológica.
Los conceptos fundamentales que definen esta situación:
- Frecuentemente la violencia es una combinación de abusos físicos, sexuales y psicológicos, de manera cíclica y ascendente, que puede derivar en ataques serios con armas o la muerte.
- Las señales y síntomas pueden ser lesiones obvias o quejas crónicas sutiles, como una manera de 'compensación psicológica'.
Se estima que de 2 a 4 millones de mujeres americanas experimentan violencia doméstica cada año. En España, la cifra de afectadas puede sobrepasar anualmente las 300.000. La violencia doméstica es la segunda causa principal de lesiones en las mujeres entre 15 y 44 años. Cada año, en USA, entre el 30 y el 40% de las víctimas de asesinato lo son por el compañero o ex-compañero de la mujer asesinada, y el 4% de todas las víctimas de homicidio masculinas son asesinados por esposas o novias.
La detección de este problema es una obligación de la comunidad médica. De las mujeres que buscan ayuda médica a la sección de urgencias, del 22 al 35% están allí debido al abuso doméstico, pero se identifican correctamente sólo el 5% de estas situaciones.
Las señales y síntomas Tal como hemos comentado, la violencia doméstica puede ser física, sexual o psicológica. Una víctima que experimenta cualquier violencia es muy probable que sufra todos los tipos en alguna magnitud. Normalmente, la violencia es crónica y repetitiva de una manera cíclica. Durante la fase inicial, el perpetrador ejerce un poder creciente sobre el compañero y comienza el abuso emocional, el abuso físico moderado y la intimidación. El perpetrador mina la confianza del compañero y autoestima y la aísla de la familia y los amigos.
Por ejemplo, el perpetrador puede llevarse un vehículo o puede dar a la víctima muy poco dinero a la semana. Los ataques físicos serios puede comenzar en un primer momento. La segunda fase es un periodo de remordimiento o fase de 'luna de miel' puede ser la siguiente etapa, en la que el atacante promete no abusar del compañero de nuevo. En esta fase, el perpetrador compra a menudo regalos o inventa eventos especiales o viajes. El ciclo se repite entonces con episodios violentos aumentando en frecuencia e intensidad.
¿Cómo descubrir los abusos? En un reciente estudio clínico que utilizaba entrevistas a mujeres que se visitan en un centro de atención primaria, las mujeres que no sufrían abusos decían que habían venido para un examen físico rutinario, mientras que las mujeres que habían sido víctimas de malos tratos, a menudo se quejaban de molestias relacionadas con la tensión. Las visitas médicas frecuentes para quejas somáticas múltiples -expresión en el cuerpo de un problema psicológico- como la fatiga, los trastornos sexuales, el dolor pelviano crónico, pueden unirse a cefaleas, dolor en el pecho, perturbaciones gastrointestinales, y dolor abdominal. Éstas quejas comunes pueden hacer que su médico sospeche que existe un problema subyacente.
El perpetrador acompaña a menudo a la víctima a la sección de urgencias o la consulta del médico de cabecera, básicamente por no dejar a la víctima sola con su médico. Incluso puede estar atento y cariñoso con la víctima para modular sus respuestas y maquillar la realidad. En resumen, la violencia puede ocurrir en cualquier población, raza, grupo religioso o socio-económico. Basta con que exista una dinámica de desigualdad de poder. Las señales y síntomas pueden ser lesiones obvias o quejas somáticas sutiles.
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