TENEMOS QUIE INGRESAR A NUESTRO HIJO
Separarse de su familia, tener que dormir fuera de su casa y estar inmerso en un entorno extraño y desconocido para él son algunos de los efectos que produce en un niño el hecho de estar ingresado. Efectos que unidos al propio dolor y malestar que siente, al cambio que supone en sus padres con respecto a lo que él está acostumbrado y a su propia concepción sobre lo que está ocurriendo son motivos suficientes para que pasar uno o varios días en un hospital no sea agradable para nadie.
Tanto los padres, porque suponen una figura de confianza, seguridad e influencia para sus hijos, como los médicos, por el miedo que suele generar en el niño 'la bata blanca', juegan un papel decisivo a la hora de minimizar los efectos negativos que esta situación anormal genera en los pequeños.
Padres: ¿cómo puedo ayudar a mi hijo?
Cuenta a tu hijo por qué tiene que estar ingresado en el hospital; no le digas mentiras ni engañes con la fecha de salida, porque, de lo contrario, sólo aumentará su temor al ver que no sucede lo que le has dicho.
Hazle ver, sobre todo cuando es muy pequeño, que no le vas a dejar solo o le van a castigar por algo malo que ha hecho.
Coméntale que las actividades cotidianas van a cambiar. Por ejemplo, que dormirá en una habitación que no es la suya; que, a lo mejor, la comparte con otros niños; que tendrá que estar en la cama y comer otras cosas diferentes, etc.
Háblale de los médicos, de las enfermeras y del personal sanitario en general que va a encontrar en el hospital y cuéntale que, aunque, a veces, puedan hacerle un poquito de daño, están allí para ayudarle a ponerse bien.
Coméntale que va a encontrar otros niños a quienes les sucederá algo parecido y que pueden ser amigos.
Incluye entre las cosas de tu hijo su juguete o libro preferido; incluso, si va a estar varios días y su estado de salud lo permite, sus tareas escolares. Todo ello contribuye a unir el entorno familiar y conocido del pequeño con el nuevo que supone el hospital y también le servirá para estar entretenido.
Será muy útil que el niño siga manteniendo continuidad con el mundo exterior a través de visitas de sus hermanos o amigos, llamadas de teléfono o cartas de sus compañeros.
Cuando vayas a ver a tu hijo al hospital, puedes llevarle algún regalo que le guste. De ese modo, no se aburrirá tanto, puesto que, además, tenderá a compartirlo con el resto de niños.
Implica a tu hijo en cuantas actividades o programas de preparación psicológica ofrezca el hospital si debe someterse a una operación importante, porque de ese modo se adaptará mejor.
Contesta a las dudas que se le planteen al pequeño de manera clara y sencilla para que él lo pueda comprender y no sienta temor ni inseguridad. Nunca sobrevalores ni subestimes su capacidad de comprensión y si lo necesitas, pide ayuda a un profesional.
Además de estos pequeños consejos, hay que tener en cuenta que la forma en que el pequeño se tome la hospitalización va a depender mucho de la relación que se establezca con las personas que le rodean. Por ello, es también muy importante que los profesionales creen en el niño un entorno de confianza, seguridad y afecto, así como que impliquen a los padres en los cuidados de rutina de sus hijos. No hay que olvidar que el paciente, en este caso, es cuanto menos especial y que de esta experiencia dependerán las siguientes que puedan existir.