Sufrir por amar
Amar significa sufrir. Pero hay determinados factores que alteran y dañan las relaciones amorosas, hasta el punto de llegar a la separación o la ruptura.
1.- Los celos Es uno de los aspectos que más perjudica las relaciones amorosas. Casi siempre producen sufrimiento. Surgen cuando se tiene miedo a perder a alguien que se quiere. El celoso atormenta a su compañero con reproches y sospechas, acusándole. Esto se debe al bajo concepto que tiene de sí mismo. Si los celos se convierten en algo habitual, minan la confianza en el otro y llegan al terreno de lo patológico. Los hay proyectados, en los que el celoso refleja en su pareja lo que no quiere reconocer en sí mismo; o delirantes donde el celoso busca datos y crea situaciones para seguir alimentando su fantasía sobre la infidelidad
2.- La infidelidad Se desarrolla en una escena a tres bandas. Resulta curioso pero hay personas que parecen marcadas por un destino amoroso en el que la infidelidad siempre se encuentra presente. La infidelidad recurrente no es una señal de libertad ni de potencia sino todo lo contrario. Pero el que engaña a otro no ejerce su libertad. Lo que ejerce en realidad es la neurosis que le habita. El infiel no sabe que se encuentra encadenado a deseos infantiles que permanecen en su subconsciente y que están estrechamente relacionados con sus padres. No engaña a los demás, se está engañando a sí mismo.
3.- Las mentiras Se miente por miedo y, con frecuencia, por miedo a uno mismo. Pero de las mentiras es muy difícil escabullirse. Por más cuidado que se ponga en ocultar, por ejemplo, una aventura amorosa, esta siempre saldrá a la luz debido al sentimiento de culpa. Una relación de pareja se sostiene si la relación es verdadera. Ha de estar basada en la lealtad hacia uno mismo y por tanto hacia el otro.
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