FOBIA ESCOLAR
Muchos son los niños que se niegan a ir al colegio, alegan sufrir dolor de cabeza o de barriga, algunos incluso llegan a vomitar..., todo con tal de no ir al colegio y conseguir así quedarse en casa. Ante estos hechos las madres y padres, siempre preocupados por la salud y bienestar de sus hijos optan porque éstos se queden en el hogar observando cómo a lo largo de la mañana sus hijos milagrosamente recuperan la salud y juegan o ven la tele con total normalidad descubriendo así el engaño.
Pero hay que saber que esta negación de los niños a ir al colegio no suele ser un mero capricho, sino que esta fundada en algo, ya sea algún problema que haya tenido con sus compañeros, con su profesor o simplemente miedo de separarse de su madre o entorno familiar.
Sea cual sea la causa de esa fobia escolar hay que lograr cuanto antes que el niño se reincorpore a la escuela, cuanto más falte a ésta más difícil será su retorno. Una vez el médico confirme que no hay ningún problema físico real, y que hayamos descartado la posibilidad de que el niño tenga algún problema justificado con el profesorado o el centro escolar, tenemos la obligación de llevar a nuestro hijo al colegio, de lo contrario provocaremos un agravamiento de la situación, con el consiguiente retraso en su educación, alejamiento de sus compañeros e incluso un bajón en su autoestima.
Lo mejor es que el profesorado del centro sea conocedor del problema del niño para así poder trabajar todos en la misma dirección. Es previsible que el niño se muestre especialmente hostil si es obligado a ir al colegio incluso puede ser beneficioso que lo exteriorice, siempre y cuando no existan daños físicos y tanto padres como educadores sepan actuar en consecuencia. Hay que intentar siempre razonar con él y mostrarse firmes pero amables y cariñosos desde el primer día. Evitaremos en lo posible la sobreprotección del niño, lo cual aumentaría aún más la dependencia de éste hacia nosotros, y le hablaremos siempre positivamente del colegio, de las actividades que allí se realizan, de lo bien que se lo pasan sus compañeros, etc., restaremos importancia a los pequeños conflictos que allí pueda vivir y lo felicitaremos o escucharemos con sumo interés cuando nos cuente sus vivencias escolares, sin escatimar en alabanzas o refuerzos ante cualquier progreso que el niño realice.
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