CUENTAS CLARAS CONSERVAN EL AMOR
Una de las dificultades que tienen las parejas y que, en muchos casos provoca el divorcio o la separación, es resolver cómo se va a manejar el dinero que ingresa al matrimonio.
En la actualidad, de manera general ambos trabajan y, como es natural, uno ganará más que el otro. En ocasiones, solamente trabaja uno de los dos y éste produce la totalidad del costo de mantener la familia.
El punto que genera la discusión es quién será el responsable de administrar el hogar, si los dos quieren hacerlo.
Durante siglos no hubo problemas, la sociedad aceptaba que el hombre regía la casa. Todavía, es así en muchos países en el Medio Oriente, Africa y Asía. Pero, en el mundo occidental, la pareja comparte las responsabilidades que se crean en la sociedad conyugal.
En algunos casos, los dos depositan en una sola cuenta los recursos producidos por ambos y lo gastan de común acuerdo. En otros matrimonios, cada uno mantiene su remuneración y pagan entre los dos los distintos gastos que se presentan. Las parejas se distribuyen las cargas y una paga el alquiler y la otra la comida, por ejemplo.
Las leyes indican, que todo bien habido en matrimonio pertenece por igual a los dos miembros de la pareja.
Lo mejor sería hacer un presupuesto familiar con el consentimiento de los dos, que incluya todos los gastos del hogar, incluidos los personales de cada uno, y depositar todos los ingresos en una sola cuenta. Si sobra dinero servirá de ahorro y, al igual que en los gastos, se debería invertir en lo que uno y otro estén de acuerdo.
Esto no tiene que convertirse en problema si la pareja se pone de acuerdo de acuerdo antes de casarse o ya "enlazados".
Cuando alquilamos un apartamento, firmamos un contrato. Cuando compramos un carro, firmamos una reserva de dominio y unos giros. Cuando compramos un televisor moderno, un computador, o cualquier artefacto electrónico, antes de prenderlo leemos cuidadosamente las instrucciones para saber usarlo. No obstante, cuando de establecer pareja se trata, a pesar de ser el acto más importante de nuestra vida, no suscribimos ningún acuerdo ni hacemos ningún contrato. No se le da toda la magnitud ni la importancia al hecho de establecer una vida en común, una familia. Dejamos todo en manos del amor y del azar y que la vida venga como venga.
Las parejas tienen que establecer las reglas de juego y los distintos acuerdos de la relación. Esto es la clave fundamental del amor, más allá del "amor, pan y cebolla". La pareja debe dialogar acerca de quien y cómo se administrará el hogar antes de lanzarse al agua, entre otras cosas.
La pareja debe dialogar y establecer las reglas de juego acerca de quien y cómo se administrará el hogar, antes de lanzarse al agua.
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