¿SE COME LAS UÑAS?
Son muchas las causas que pueden obedecer a la manía de morderse las uñas. Generalmente se asocia con situaciones de ansiedad y estrés aunque otras veces, suele ser por una causa específica: aburrimiento, el no gustarse a sí mismo... Lo que sí es cierto es que este vicio produce al niño una gratificación inmediata ante situaciones que le frustran o le ponen nervioso.
Si el niño juega, estudia y está contento probablemente se trate de una mala costumbre sin un trasfondo serio. En algunas ocasiones este hábito se da sólo en situaciones específicas como puede ser por los nervios típicos de un examen, desapareciendo el hábito al desaparecer dicha situación.
Existen muchos matices y es trabajo de los padres el averiguar cuál puede ser la causa de este hábito en su hijo.
Soluciones
Hay una serie de remedios para acabar con el problema aunque no todos son efectivos:
Untar en las uñas una loción específica de sabor amargo (de venta en farmacias) o vendar los dedos con tiritas suelen ser técnicas que no resultan eficaces porque no tratan el problema de fondo.
Ridiculizar a tu hijo o dar demasiada importancia al problema no son soluciones convenientes porque el niño se angustia más. Además, en algunos casos puede utilizar esta costumbre (si sabe que nos molesta) como sistema de protesta o rebeldía.
La mejor forma de solucionar el problema es hablar con tu hijo y explicarle que este hábito le hace tener los dedos de las manos muy feos advirtiéndole que la aparición de "padrastros " originados por este vicio le pueden doler mucho.
No le reprendas cada vez que le veas mordiéndose las uñas. Procura entretenerle y habla con él sobre lo que le inquieta para tranquilizarle. Demuéstrale lo mucho que te gusta que tenga las uñas bonitas y felicítale si ves que sus uñas están más largas y le crecen. En las niñas, la ilusión de pintarse las uñas también es un aliciente para dejar la costumbre.
Tus palabras son la mejor arma para convencer a tu hijo de que es posible erradicar este hábito aunque en algunos casos extremos sea conveniente solicitar el consejo de un psicólogo. No olvides que tu ejemplo y confianza son los pilares básicos sobre los que tu hijo construye su propia seguridad y autoestima.