La enfermedad celíaca, una intolerancia permanente al gluten del trigo, cebada, centeno y probablemente avena, es cada vez más conocida entre los ciudadanos. Sus síntomas más frecuentes son: pérdida de peso y de apetito, fatiga, náuseas, vómitos, diarrea, distensión abdominal, pérdida de masa muscular, retraso del crecimiento, alteraciones del carácter (irritabilidad, apatía, introversión, tristeza), dolores abdominales, meteorismo, anemia por déficit de hierro resistentes a tratamiento. Sin embargo, tanto en el niño como en el adulto, los síntomas pueden ser atípicos o estar ausentes, dificultando el diagnóstico. Y es que buena parte de los celíacos (el 75%) están aún por diagnosticar y en algunos casos no lo saben hasta que son adultos.
Una vez confirmada la celiaquía, el mejor consejo pasa por acudir a organismos de referencia, que cuentan con una completa web (www.celiacos.org) y ofrece respuestas a todas las preguntas que podamos tener: desde la dieta a seguir, consejos para organizar la cocina o para viajar con un niño celíaco, por ejemplo.
Consejos para comprar
Tener un hijo celíaco implica cambiar el chip a la hora de ir a comprar y también de cocinar. En el supermercado, lo más importante es aprender a seleccionar los alimentos y leer atentamente las etiquetas de todos los productos. También resulta fundamental, sobretodo al principio, llevar la "Lista de Alimentos aptos para celíacos".
¿Más consejos? Eliminar de la lista de la compra los productos a granel, los elaborados artesanalmente y todos aquellos que no lleven etiqueta. Asimismo, los panes y harinas de maíz o arroz que ostenten la marca serán los que ofrecerán una mayor garantía. Y es que no cabe olvidar que las harinas se pueden contaminar fácilmente si proceden de molinos en los que se trabaje con harinas de trigo o se elaboran en el mismo horno y no se ha limpiado escrupulosamente.
Una vez en la cocina, será imprescindible retirar la harina y el pan rallado de trigo, sustituyendo estos productos por aquellas variedades sin gluten para evitar posibles confusiones a la hora de preparar los platos. También será conveniente disponer de un espacio para almacenar exclusivamente los alimentos especiales sin gluten y que sus etiquetas estén siempre visibles para evitar confusiones. Se sustituirán, asimismo, los cubitos de caldo por caldos naturales y se limpiarán siempre los utensilios de cocina, no utilizando nunca la misma cuchara para elaborar un plato que contiene gluten y otro que no lo tiene.
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