¡ABAJO EL HOSTIGAMIENTO ESCOLAR, EL BULLYING DEBERÍA SER ABOLIDO!
Cuando estaba en la escuela no sabía cómo se llamaba, sin embargo todos los días la sentía. Era una presión de grupo impresionante, donde algunos compañeros me agobiaban y hacían sentir miserable con sus burlas o crueles comentarios por el hecho de no ser una niña delgada. Lo que sí puedo observar es que a pesar de que los tiempos van cambiando, la maldad lamentablemente sigue aumentando.
“El acoso escolar (también conocido como hostigamiento escolar, por su término inglés bullying) es cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado. Estadísticamente, el tipo de violencia dominante es el emocional y se da mayoritariamente en el aula y patio de los centros escolares” (www.wikipedia.org).
Hoy día se le ha dado ese nombre, y se está tomando seriedad sobre el asunto porque ya muchos adolescentes han sido tan marcados que han querido suicidarse, mientras que otros han causado masacres y han sufrido fuertes depresiones. Porque esto deteriora la autoestima y la moral de las personas de una manera sorprendente. Muchas veces quedan cicatrices de por vida.
Es tan interesante, que estemos en un siglo donde la tecnología es impresionante, pero donde las relaciones interpersonales cada día son peores. Pasan los años pero el hostigamiento escolar sigue siendo igual de destructivo y nocivo para quienes lo sufren. Y lo triste es que gran parte de las personas que pasan por esto, lo sufren calladas. Grandes son las depresiones que muchos tienen que atravesar debido a la presión emocional y física tan fuerte a la que son expuestos.
Irónicamente puedo decir que hay más conocimiento intelectual, pero cada día gente más herida, dañada y maltratada, quizás menos sensibilidad. Las oficinas de los psiquiatras y psicólogos andan más llenas que nunca, pero creo que gran parte del asunto tiene que ver con la instrucción que van aprendiendo los niños en sus hogares.
Entiendo que se debe fomentar una cultura de valores altos, donde haya respeto por las personas. Puede que haya diferencias que nos intenten separar, pero esas diferencias, no deben ser la puerta que se abra para las faltas de respeto y el atropellamiento a la dignidad y el respeto que merece cada ser humano sin importar su edad.
Aún me pregunto cómo logré sobrevivir a tantas cosas que tuve que pasar. Solo sé que Dios estuvo ahí conmigo fortaleciéndome y consolándome. No cedí a la presión aunque fue muy fuerte, sobre todo a esa edad donde la forma de ver la vida es bastante determinante para el futuro. Pero también sé que tuve un hogar donde mis padres me han amado tan profundamente que me enseñaron a amarme, respetarme y valorarme sin importar la opinión de los demás. Sé que pese a que sufrí mucho por estas cosas, no lo utilicé de pretexto para atropellar ni molestar a otras personas. Más bien siempre he tratado de respetar a todos aún cuando no lo merezcan.
No porque sea santa, sino porque creo que Jesús así vivió cuando estuvo en la tierra. Eso sí, no permito que delante de mí se atropelle la dignidad de nadie. Fue algo que propuse en mi corazón y que trato de hacerles ver y saber a los demás. Como siempre he dicho la vida es un boomerang, y lo que das se te devuelve. A muchos que vi burlarse de mí, me ha tocado verlos en condiciones peores. Y eso no me alegra para nada. Pero los padres y las personas adultas deben enseñar y demostrar con su ejemplo una conducta donde se fomente más el amor y el respeto.
Este es un tema larguísimo para hablar, y mi espacio es pequeño. No los quiero cansar, pero tengo la obligación como hija de Dios y como alguien que desea aportar algo bueno a nuestra sociedad, es necesario que paren ya los abusos, el maltrato, la intolerancia y la violencia, entre muchas cosas más.
Hoy mi mensaje de ánimo va enfocado a que seamos mejores personas dondequiera que estemos y en todas las áreas de nuestras vidas. Quien dice amar a Dios y hiere a su hermano, a su prójimo, no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.
Autora: Brendaliz Avilés